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Mostrando las entradas de agosto, 2008

Clic de la Semana

Desde el interior de una pequeña capilla, varios comuneros andamarquinos observan con atención a un niño que hace palpitar el tambor, anunciándole a las montañas, al viento y la madre tierra, que la tradición se ha cumplido. Todos los años, el camino pedregoso que viborea hasta la laguna de Yarpo -a 40 minutos a pie del centro urbano- , se estremece con los sonidos del tambor y el andar de quienes se alejan del pueblo para realizar el pagapa . El tributo a la pachamama es uno de los momentos más emotivos y trascendentes del Yaku Raymi o Fiesta del Agua que remece las alturas del distrito de Carmen-Salcedo Andamarca (Lucanas, Ayacucho). Una vez más, Explorando estuvo allí, viendo a don Nicanor preparar y entregar las ofrendas a la tierra. Observamos su paciencia y sabiduria. Recibimos la coca que nos invito, escuchamos sus palabras en quechua y compartimos sus deseos de buena siembra, de buenas cosechas. Después de la ceremonia, iniciamos el retorno. No hubo prisas. Brindamos con vino m

Razones para volver

La primera vez que fui a la fiesta del agua en Andamarca, un hombre voló en parapente desde el apu Ajaimarca y uno de los toros de esa fiesta brava sin matadores ni cortes de oreja, se escapó ladina y fieramente del ruedo improvisado. Eso fue en el 96 o, quizás, en el 97, cuando en el pueblo no había teléfono ni corriente, apenas unos equipos de radio y un rugiente grupo electrógeno que se encendía brevemente en las noches, nunca más allá de las 11. En ese viaje precursor, me hospedé en el hotel Municipal –creo que era el único en ese entonces- y en la tarde del atipanakuy (duelo), pude ver bailar al Alacrán, un danzante de tijeras que dejaría su arte para buscar una vida distinta en Canadá. También recuerdo haber bailado o zapateado o intentado zapatear de casa en casa, en una noche fría que la danza convirtió en calurosa. Probé el calentito y la chicha, invitándole el primer sorbo a la Pachamama. A la mañana siguiente, en la orilla de una laguna, unos hombres oficiaron un pagapa (pag

De ovejas y coronas

Estimados amigos, para taparle la boca al autor de las líneas que leerán a continuación, publico las fotos de la Corona del Inca. ¡Cómo te quedó el ojo rajón! No pues autodenominado viajero. Así no es. Cómo es eso que te fugas hasta vaya uno a saber donde para fotografiar la Corona del Inca y, a la hora de los loros, terminas publicando otra cosa. O será que ya no eres el mismo de antes. Tal vez te dio soroche y las fuerzas sólo te alcanzaron para tomar aquella foto de las pastoras que apareció en tu último Clic de la Semana . No te digo que esté fea. Tiene su gracia y todo eso, pero ¿dónde diablos está la corona?. No es serio que la menciones y no la muestres. Acaso las estás guardando para otro publicación o te salieron más feas que el hambre o, lo que es peor aún, ni siquiera te dignaste a tomarlas. Mal, muy mal presunto andariego. Ahora, por respeto a tus lectores, deberías explicar cómo es la nuez. Sabes, si yo fuera tú, hubiera hecho un post simpaticón, jugando con el hecho de h

Clic de la Semana

Cuando el sol se perdía tras las montañas y la noche proyectaba sus primeras sombras en las alturas de Huánuco, el cotidiano andar de dos mujeres pastoras distrajo al inquieto lente de Explorando Perú , que ya estaba más que listo para retratar a una formación rocosa conocida como la Corona del Inca. Pero hubo un cambio de objetivo en la tarde viajera en la que llegué a Ayapiteg -distrito de Chavinillo, provincia de Yarowilca, Huánuco- después de interminables zarandeos y brincos en una combi que cambió los asesinatos por la tortura. Al pisar tierra firme, tuve que esforzarme por recuperar la movilidad de buena parte de mi cuerpo. Después de tan penoso emprendimiento, me sentí preparado para dar el clic que inmortalizaría la Corona del Inca. Sí, había valido la pena soportar los embates motorizados, porque la corona tenía su pinta y nada me impide fotografiarla ahora... bueno, perdón, hay algo que me lo impide: la polvareda levantada por el rebaño de ovejas que ahora invade una de las

Buena, Lucho...

No me sorprende que una de las imágenes de Luis Yupanqui –Lucho para los amigos- fuera seleccionada entre las 60 finalistas del concurso Mountains & People Global Digital Photo, organizado por el Centro Internacional para el Desarrollo Integrado de las Montañas (ICIMOD por sus siglas en inglés). Y es que su calidad profesional está fuera de toda discusión. Sus imágenes son el fiel reflejo de la pasión que siente por la fotografía y del espíritu viajero que lo impulsa desde hace muchos años, a recorrer el Perú con la cámara al ristre, para pintar con ayuda de la luz y de las sombras, las maravillas naturales y culturales del país. Una de esas maravillas, el puente colgante Pukayaku en el Callejón de Conchucos (Ancash), lograría ubicarse entre las 60 mejores del evento. En total, los organizadores recibieron 1,100 imágenes enviadas por 336 fotógrafos de todo el mundo. El ganador fue Prem Hang Banem, con una fantástica toma del lago Gufa-Pokhari en Nepal. Compañero de travesía en m

Caminos de tristeza

Dónde el autor reflexiona de una manera bastante extraña, sobre los últimos accidentes en las carreteras. Algún día, quizás, mi nombre estará en una de esas listas y será leído apresuradamente por un reportero y escuchado a nivel nacional por hombres y mujeres que recién despiertan, que bostezan en el desayuno, que cabecean en el camino al trabajo. Sí, mi nombre –algún día, quizás- será escrito con la letra apresurada y temblorosa de un bombero o un médico de guardia; entonces, cuando esté gravemente herido o muerto en la Panamericana, en la carretera Central o en cualquiera de las vías anónimas que serpentean por la geografía peruana, dejaré de ser quien soy para convertirme en una fría estadística. Sólo eso, nada más que eso. Mis heridas o mi muerte serán parte del cuadro anual sobre los accidentes en las carreteras, con el que un burócrata cándidamente optimista o perfectamente estúpido, tratará de demostrar que estamos mejorando, que el orden se impone y los controles funcionan. Es