Estimados lectores de Explorando Perú, durante varios días -por no decir semanas- esta bitácora pundonorosamente viajera ha permanecido sin novedad en el frente. No por falta de travesías que contar, tampoco por un ataque de desidia por parte del autor de estas líneas, menos por unas ¿merecidas? vacaciones, sin cámara al ristre ni libreta de apuntes en el bolsillo.
Quizás alguno de los amables visitantes de este enrevesado blog, se habrán preocupado sinceramente por mi ausencia. De la misma manera, es bastante probable que otros cibernautas habituales, hayan creído que al fin conseguí un trabajo de verdad o que en algún recodo de la selva, ese jaguar -al que tanto quiero ver- me llevó al fin a mejor vida.
Dudo mucho que alguien haya pensado que fui secuestrado por una banda de insaciables y seductoras amazonas. Posibilidad que no me desagraría en absoluto pero que, lamentablemente, no tiene ninguna relación con mi imperdonable ausencia.
La verdad es que partí intempestivamente a Moyobamba, la capital de la región San Martín, en compañía de Felipe Varela, El Chasqui, quien decidió dejar por unos días las alturas cordilleranas y su ambicioso peregrinaje por el Qhapaq Ñan, para darse una vueltecita de 30 días -un poco más un poco menos- por las trochas del nororiente del país.
Antes de pisar la llamada "Ciudad de los Orquídeas", tuve que soportar más de 24 horas en un bus que cruzó más o menos medio Perú... bueno, sí, lo sé, estoy exagerando un poco, pero el vehículo en mención dio más vuelta que un yoyó, pasando por provincias limeñas, ancashinas, liberteñas, lambayequenas, cajamarquinas y amazonenses. Cansa leerlo. Cansa viajarlo.
En Moybamba me enteré que el 30 de octubre al 02 de noviembre se celebrará el XIII Festival Internacional de la Orquídea. Es curioso pero recién empezaba a recorrer la ciudad y ya me estaban diciendo de que vuelva para el evento. "Es lindo y colorido y hay exposiciones y ferias", me dicen con tanto entusiasmo que dan ganas de retornar sin haberse ido.
Hasta ese momento el viaje resultaba de lo más tranquilo. Quise escribir un post pero una inesperada interrupción del servicio de Internet frustó mis planes. En los días siguientes, mis intenciones se fueron al tacho por la ausencia de computadoras, porque mis pasos me llevaron por un rosario de pueblos remotos, alejados, de otro tiempo.
Y los días pasaron y el recorrido por Selva Alegre, Galilea, El Dorado y Nueva Omia (los dos últimos en la región Amazonas) se fue alargando más de lo previsto. Otra vez mis rebeldes ampollas estropearon mi camino.
Recién ayer regresé a Lima, después de tres días de convalecencia, ocho horas sobre el lomo de una mula y el interminable andar del bus yoyó.
Ahora que ya saben las razones de mi ausencia. Ahora que ven las primeras imágenes que capté en mi aventura, permítanme contarles que mañana vuelvo a la ruta. Esta vez iré a Espinar, en el Cusco, donde permanecerá por más de una semana.
Ojalá que mi camino esté libre de ampollas.
Comentarios
Creo que no estoy en tu Cusco soñado. No me encuentro en la ciudad del Cusco sino en Yauli, la capital de la provincia de Espinar.
Saludos cordiales,
r.v.ch.
Bueno felicidades por esa ruta ya hasta pronto CAMINANTE!!!!!!!!
Y, de otro lado, no te preocupes Cocaquinto que harè llegar tus saludos a los hermanos espinarenses.
Saludos desde Espinar,
r.v.ch.