La gastronomía no es el fuerte de Explorando. Aquí se ha escrito muy poco sobre los sabores y aromas, la sazón y el buen gusto de la cocina peruana.
Y no es que seamos anoréxicos o amantes de la frugalidad; por el contrario, nos encantan los platos bien servidos y somos partidarios fervorosos de la repetición, de la necesidad acuciante e imperiosa de sacar el concolón de la olla, y, claro, como no, del calentadito suculento a la hora del desayuno.
Pero una cosa es comer con deleite o, en algunos casos, con voracidad; y otra, escribir sobre comida. Lo primero me encanta, lo segundo no me apetece demasiado.
Admito con absoluta sinceridad, que prefiero "darle curso" a una buena entrada, que redactar una entrada (o post), sobre las sabrosuras que se preparan en todas las regiones del país, como la mazamorra de lacayote y el cordero a la piedra con su papita sancochada, que compartimos con los pobladores de Otora en el distrito de Torata (provincia de Mariscal Nieto, Moquegua).
No entraré en detalles sobre dicha comilona. No pretendo analizar las raíces o esencia de dichos potajes y menos darle la receta o algún secretito para cocinar el cordero o poner a punto la mazamorra.
Tampoco escribiré que estuvo riquísimo o delicioso, emulando a los reporteros de la TV y los chef mediáticos que nos atiborran con consejos culinarios. Ese no es mi estilo, aunque para ser sinceros no creo tener un estilo, al menos en lo relacionado a notas gastronómicas.
Lo único que quiero decir ahora, es que ese almuerzo campestre fue inolvidable, no sólo por el tierno sabor de la carne (sazonada únicamente con sal) y la dulzura de la mazamorra, sino, especialmente, por la amistosa presencia de la gente de Otora.
Ellos, con sus palabras y sus gestos, con sus silencios y sonrisas, con su generosidad y actitud dispendiosa, lograron que aquella tarde alimentara mi alma y espirítu. Mis ganas de seguir viajando por el Perú.
Comentarios
El lechon de cordero de Espinar, Cusco fue de lo mejor que he comido en mi vida.
Supongo que bajaste la grasita con sus buenos piscos?
En verdad no hubo pisquito en esta ocasión. Más bien este viaje fue puro macerado de damasco.
Saludos,
r.v.ch.