Mercado playero en el balneario de Pimentel, cuando los pescadores y sus legendarios caballitos de totora, vuelven a la orilla luego de sus intensas y esforzadas faenas en las olas del Pacífico, para vender los frutos de mar que cosecharon en sus redes.
La agitación que genera la llegada de los pescadores, contrasta con el relajado sosiego de los bañista que tuestan su piel en la arena o se refrescan en el mar tibio y bendito.
El uso de los caballitos de totora se remonta a la época prehispánica. Se dice que Naylamp y Takaynamo, los fundadores de las grandes civilizaciones del norte, llegaron a la costa en estas embarcaciones, para organizar la sociedad e impulsar el desarrollo.
Los hombres de mar de Pimentel -hermoso puerto, balneario y "establo" de caballitos de totora en la región Lambayeque, a 770 kilómetros al norte de Lima- y Huanchaco (La Libertad), conservan la tradición y siguen retando a las olas en sus estilizadas embarcaciones, como lo hicieron los antiguos peruanos. La historia vive en estos rincones costeños.
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