Dónde el autor reflexiona de una manera bastante extraña, sobre los últimos accidentes en las carreteras.
Algún día, quizás, mi nombre estará en una de esas listas y será leído apresuradamente por un reportero y escuchado a nivel nacional por hombres y mujeres que recién despiertan, que bostezan en el desayuno, que cabecean en el camino al trabajo.
Sí, mi nombre –algún día, quizás- será escrito con la letra apresurada y temblorosa de un bombero o un médico de guardia; entonces, cuando esté gravemente herido o muerto en la Panamericana, en la carretera Central o en cualquiera de las vías anónimas que serpentean por la geografía peruana, dejaré de ser quien soy para convertirme en una fría estadística. Sólo eso, nada más que eso.
Mis heridas o mi muerte serán parte del cuadro anual sobre los accidentes en las carreteras, con el que un burócrata cándidamente optimista o perfectamente estúpido, tratará de demostrar que estamos mejorando, que el orden se impone y los controles funcionan.
Esa voz oficial leerá cifras y mencionará porcentajes, pero nunca dirá nada de los sueños frustrados, del dolor de los deudos, de las vidas que se perdieron para siempre en los caminos.
No quiero ser una estadística pero, algún día, quizás, termine siéndolo. Lo sé, lo pienso, a veces hasta me asusta. Ya no viajes, quédate en Lima, me dicen quienes no quieren oír mi nombre en un noticiero matutino. Los escucho, los comprendo, les sonrío y les explico –medio en broma, medio en serio- que a mi me protegen los apus y todos los santos y vírgenes que he fotografiado y también descrito.
Es mejor confiar en ellos que en el plan Tolerancia Cero, en el chofer que se toma siete cervecitas antes de ponerse al volante, en el empresario que incumple todas las normas para aumentar sus ganancias o en el policía de carreteras que se deja corromper por un par de monedas.
Desorden, caos, impunidad. La sombra de la muerte como compañera de asiento. No soy pesimista ni trágico, sólo escribo sobre algo que podría suceder -algún día, quizás- mientras no se haga ningún esfuerzo serio por solucionar la crisis del transporte.
Por ahora, todos los que viajamos corremos el riesgo de que nuestros nombres sean leídos a la volada y con premura en un noticiero matutino; entonces, nos convertiremos en un número, en un nombre vacío, en una cruz en el camino con flores marchitas. Sí, ese puede ser el destino de nuestra próxima travesía...
Algún día, quizás, mi nombre estará en una de esas listas y será leído apresuradamente por un reportero y escuchado a nivel nacional por hombres y mujeres que recién despiertan, que bostezan en el desayuno, que cabecean en el camino al trabajo.
Sí, mi nombre –algún día, quizás- será escrito con la letra apresurada y temblorosa de un bombero o un médico de guardia; entonces, cuando esté gravemente herido o muerto en la Panamericana, en la carretera Central o en cualquiera de las vías anónimas que serpentean por la geografía peruana, dejaré de ser quien soy para convertirme en una fría estadística. Sólo eso, nada más que eso.
Mis heridas o mi muerte serán parte del cuadro anual sobre los accidentes en las carreteras, con el que un burócrata cándidamente optimista o perfectamente estúpido, tratará de demostrar que estamos mejorando, que el orden se impone y los controles funcionan.
Esa voz oficial leerá cifras y mencionará porcentajes, pero nunca dirá nada de los sueños frustrados, del dolor de los deudos, de las vidas que se perdieron para siempre en los caminos.
No quiero ser una estadística pero, algún día, quizás, termine siéndolo. Lo sé, lo pienso, a veces hasta me asusta. Ya no viajes, quédate en Lima, me dicen quienes no quieren oír mi nombre en un noticiero matutino. Los escucho, los comprendo, les sonrío y les explico –medio en broma, medio en serio- que a mi me protegen los apus y todos los santos y vírgenes que he fotografiado y también descrito.
Es mejor confiar en ellos que en el plan Tolerancia Cero, en el chofer que se toma siete cervecitas antes de ponerse al volante, en el empresario que incumple todas las normas para aumentar sus ganancias o en el policía de carreteras que se deja corromper por un par de monedas.
Desorden, caos, impunidad. La sombra de la muerte como compañera de asiento. No soy pesimista ni trágico, sólo escribo sobre algo que podría suceder -algún día, quizás- mientras no se haga ningún esfuerzo serio por solucionar la crisis del transporte.
Por ahora, todos los que viajamos corremos el riesgo de que nuestros nombres sean leídos a la volada y con premura en un noticiero matutino; entonces, nos convertiremos en un número, en un nombre vacío, en una cruz en el camino con flores marchitas. Sí, ese puede ser el destino de nuestra próxima travesía...
Comentarios
Muchos de tus post tienen infinidad de comentarios y esperaba encontrar algún comentario en este donde tocas un tema tan dificil de tratar.
Yo tambien he pensado que en una de esas sere parte de dichas estadisticas, tambien pienso que los Apus y los pagos que les hacemos me ayudaran a "regresar y contar mis aventuras" como un dia me dijo un borrachito que al hacer su pago al Salcantay, Apurimac y Choquequirao me bendijo.
Espero que siempre nos encontremos en el camino y no en una fria estadistica.
Lucho Yupanqui
Gracias por tu comentario.
Confío en que cada vez menos peruanos terminen convertidos en una estadística en las carreteras; como también confío en que nos seguiremos encontrando en los caminos para hacer lo que nos gusta: viajar, descubrir, conocer el país.
Un saludo cordial,
Pienso en la muerte y en la vida, pero sobre todo pienso en seguir viajando.
Un saludo cordial,
yo tp quiero ser una estadistica :(
Saludos y gracias por el comentario.
LA VIDA tiene su alegria y su tristeza pero por ello que nos nos gane la nostalgia, pero dicen que todos tenemos nuestro dia yo tube accidente en la bajada de pampa galeras en el lugar llamado condor senja donde murio una señora andamarquina y otro señor de puquio, y dicen por culpa del chofer PERCANTO al parecer aun no era chifer, entonces el Culpable seria el chofer PINQUE conocido por la ruta de lucanas, era en el mes de julio fecha deportiva de todos los Andamarquino en la decada del 70 donde competian mas de 14 equipos siendo el premio la famosa copa de PLATA que lo obtuvo los JALA PANZAS OSEA EL CLUB JUVENTUD ALIANZA DE ANDAMARCA.
EPOCA donde existia el expreso puquio y expreso Perez Albela ,.,. hay llajtalla viva los buenos tiempos y anhelos de bienestar a EXPLORANDO PERU.
Alguna vez escuché en Puquio una canción sobre el Expreso Puquio Pérez Albela. Parece que esa fue la primera empresa que cubrió la ruta Lima Puquio.
Un saludo cordial,
r.v.ch.