Llueve y truena en la laguna Sacrococha en Huánuco. Caen pelotitas de granizo y el viento se arremolina; entonces, la incertidumbre se apodera de los caminantes. Surgen dudas: continuar o detenerse. Caminar o correr, respirar el aire congelado, sentir el agua que se filtra por los resquicios de la ropa y los pies que se hunden en el barro.
Hace frío y llueve, hace frío y falta mucho y no hay donde cobijarse, ni una casa ni un establo: nada, sólo pampa y esa laguna hermosa que se nutre de tormenta. Todo está lejos y el granizo cada vez es más grande... de pronto, las llamas que acompañan a los caminantes detienen su andar, se paran, se entercan, se sientan. Deciden esperar. Esperamos con ellas.
Quietos, agazapados, a merced de la naturaleza y crees que fue inútil ofrendar hojas de coca a los apus (montañas sagradas) y te molestas por la tenue esperanza que sentiste cuando aquel hombrecito aparecido quién sabe de dónde, anunció con total desparpajo que ya no llovería hasta el domingo.
Lo dijo hace unos 20 minutos y quisiste creerle porque era miércoles y no te venía nada mal que todo estuviera seco hasta el fin de semana... sí, para el domingo ya estarías en la costa, bañándote de sol en la arena reconfortante de Huanchaco y Pimentel, espléndidos balnearios costeros de La Libertad y Lambayeque.
No recuerdas cuánto tiempo esperaste, pero la cólera del viento y las nubes amainó. Las brumas desaparecieron y el horizonte volvió a vestirse de luces. Empapado, reiniciaste tu andar por el Inka Naani, en una tarde de miércoles que se disfrazó de domingo, bueno, al menos para el hombrecito de las predicciones frustradas.
Comentarios
ari
Sigamos en la ruta, pese a todo o quizás por todo lo que el camino ofrece.
Saludos Ari y gracias por visitar Explorando Perú.