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Mostrando las entradas de enero, 2008

Baila el Perú

Quiebres, mohínes, gracia, galantería... revolotear de pañuelos: Marinera , danza primorosa que anualmente se viste de fiesta, de concurso, de corso vibrante en las calles y el coliseo Gran Chimú de Trujillo, la ciudad señorial en la que centenares de parejas provenientes de todo el país, muestran lo mejor de su arte a un público entregado y conocedor. La XLVIII edición del Concurso Nacional de Marinera , se inició el martes 22 y terminará el domingo 27. Días de jolgorio, de música, de baile infinito que conmueve y emociona, porque cada uno de los pasos de la danza nacional, se revelan como los versos de un inspirado poema en movimiento. Hoy, cuando la capital liberteña disfruta de su baile consentido, Explorando Perú rescata estas imágenes del concurso del 2005, para rendirle tributo a los hombres y mujeres de todas las edades, que conservan la tradición y la prestancia de la marinera. ¡A sacar los pañuelos, señores!

Cena sobre ruedas (Parte I)

Señores pasajeros, en breves minutos ofreceremos nuestro servicio de cena. Por favor, coloqué sus asientos en posición vertical y recuerde que el uso de los servicios higiénicos quedará temporalmente suspendido… Anuncio esperado, palabras benditas, frases salvadoras cuando uno lleva horas de horas viajando sin probar siquiera una hamburguesa de carretilla, una fritanguita donde los agachaditos o un festivo siete colores made in mercado. Nada de nada, señor, ni un chancay de a medio, ni un caramelo monterrico, tampoco ese toffee solitario con el que alguna vez endulcé de soledad –para sorpresa y horror de mis padres- la “loncherota” que llevaba al patriótico jardín Perú. Esos eran otros tiempos. Hace décadas que me gradué sin honores del jardín de niños. Así que mejor me olvido del toffee y espero con ansias e ilusión el “servicio de cena” que ya está por llegar, que ya se acerca en las manos –ahora sublimes, ahora provocativas- de una terramoza apretadita y sonriente. Al fin. Al ataqu

Jaguar... ¿dónde estás?

Nunca he visto un jaguar en libertad. No es fácil, me han dicho con verdad los hombres del monte durante mis travesías por los verdes laberintos de la selva. Sin embargo, no me resigno ni pierdo la esperanza de toparme con el gran felino de la Amazonía. Ojalá nomás que el encuentro sea sumamente amistoso y que el otorongo –como también se le llama- no me confunda con un apetitoso bocadillo (chicas, ustedes si pueden confundirse) y decida “darme curso” o “echarme diente”, porque si bien es cierto que otorongo no come otorongo, nunca he leído ni escuchado que otorongo no coma periodista. En todo caso, durante el posible encuentro, sería adecuado mantener una distancia prudente. Y es que uno no es manco, señoras y señoras, y si el jaguarcito se pone saltón o faltoso, no tendría más remedido que presentarle pelea como los machos o, en caso contrario y Dios me libre de semejante papelón, recurrir a la huída vergonzosa al grito de “patitas pa’que te quiero”. Sí, lo mejor será no estar ni tan

Viva el verano

Para refrescar el inicio del año, publicamos estas imágenes de la costa norte del Perú. Después de verla, no tendrá más remedio que reconocer que en el mar la vida es más sabrosa.