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Mostrando las entradas de junio, 2007

Jolgorio a la chachapoyana

Inspirado por el dicho aquel de que más vale tarde que nunca, al autor recuerda emocionado, los pormenores del Raymillacta de los Chachapoya, festividad que conmocionó la región Amazonas, el pasado 9 de junio. De un momento a otro y casi sin darme cuenta, vivo, siento, palpito la euforia de un carnaval inédito, trepidante, fuera de calendario; entonces, se desata una lluvia de pica-pica, mientras la música impone su ritmo contagiante, sus compases alborotados y sus notas afiebradamente bailables. Y dan ganas de sacudir el esqueleto aunque uno no sepa hacerlo, aunque uno nunca encuentre el ritmo y sea un completo desorejado. Y dan ganas de despojarse de la cámara y arrojar la libreta de apuntes, para seguir a esa comparsa agitadísima y bullanguera que brinda con guarapo. Y, claro, también dan ganas de vengarse de esa señora que aprovecha el pánico, el barullo, el tole-tole, y se acerca con tremendo desperpajo e impunidad, para abofetearte y embadurnarte la cara con talco . Pero no hay

Clic de la Semana

Ignorando al cansancio , a las amenazas del soroche y a las decenas de kilómetros recorridos a todo pedal, dos ciclistas aventureros "vuelan" sobre un riachuelo que corre como serpiente en Ogopampa, un escenario geográfico con características de postal, en las afueras del brevísimo poblado de Santa Rosa (distrito de Aquia, Ancash). Una, dos, tres veces, los deportistas iban y venían de un lado al otro, divirtiéndose como niños y disfrutando al máximo de su encuentro -cercano, entrañable, intenso- con las montañas y quebradas de la sierra ancashina. Apenas transitada por pastores y arrieros, Ogopampa apareció como un milagro en la ruta de los "pedaleros". Allí, bajo la égida del apu Quicash, un gigante condenado al deshielo por el calentamiento global, levantaron sus carpas para pasar la noche; una noche fría y congelada, una noche bajo cero a pesar de las cimbreantes llamas de la fogata y la dudosa protección de las bolsas de dormir. La noche se hizo larga, como l

Un, dos, tres... probando

Cambia, todo cambia, dice la letra de una canción que encaja perfectamente con el espíritu renovador de este post, surgido gracias al hallazgo fortuito de una herramienta en línea que permite realizar diversas presentaciones fotográficas, fáciles de colocar en los blogs . Así que de puro curioso, me puse a experimentar (leáse jugar o matar el tiempo) hasta que le di forma a esta presentación con imágenes de los frisos chimués de la Ciudad de Chan Chan y las huacas Dragón y Esmeraldas en el Trujillo sin primavera que visitamos hace un par de semanas.

Clic de la Semana

Enigmas del pasado , trazos de historia en el desierto de Palpa, un caluroso pueblo de la región Ica, en el que abundan los petroglifos y geoglifos de las culturas prehispánicas de Paracas y Nasca. A diferencia de lo que ocurre en las famosas líneas de Nasca, en este valle milagroso que verdea en medio del desierto, no se necesita sobrevolar la zona para admirar estas sorprendentes figuras, que aún no revelan su significado a los investigadores. Localizada entre Ica y Nasca, la sosegada provincia de Palpa se presenta como una interesante parada, para los viajeros que buscan acercarse a la historia y a los misterios prehispánicos, como ocurre en el mirador de Llipata, a la altura del kilómetro 408 de la Panamericana Sur. Fue allí donde captamos este clic.

Segundo reporte al vuelo

Es definitivo, el sol no se dignó a iluminar mi visita a Trujillo. El astro sólo apareció un par de horas, desganado, sin brillo, como si fuera un rehén de las nubes. "Mala suerte, señor", me consuela un taxista; "será para la próxima", me tienta a retornar el mozo de un restaurante; "capaz usted trajo la niebla de Lima", levanta el dedo acusador la guía de la huaca de la Luna, en el valle de Moche. Y es que por donde anduve, pregunté: ¿y qué fue de la "eterna primavera"?, y los trujillanos se reían o se quedaban pensativos o le hechaban la culpa a mi mala suerte - si todo los días estaba saliendo el sol -, al calentamiento global - y es que el clima anda de cabeza en todo el mundo, ¿no es cierto, señor ?- y hasta al proyecto Chavimochic - no ve que ahora el desierto está verde, eso jala humedad- . También me dijeron que es un castigo de Dios, porque Trujillo se ha vuelto una ciudad demasiado inquieta, noctámbula, digamos pecadora; en fin, si no

Reporte al vuelo

Acabo de llegar a Trujillo y me he quedado perplejo al descubrir que, al menos por hoy, su primavera dejó de ser eterna. Dicen que el sol aparecerá en la tarde de todas maneras, sin falta, como si tuviera un pacto de honor con esta querendona ciudad norteña. Ojalá que el astro cumpla y me regale sus rayos. Pero más allá de la falta del sol, lo que realmente me ha dejado de patas para arriba, es la absurda e ingenua pretensión de un taxista que quiso cobrarme 30 solcitos nomás porque el centro está bien lejos -cito textualmente al desubicado conductor- para sacarme del Aeropuerto -localizado en el camino al balneario de Huanchaco, sí, allí donde están los legendarios caballitos de totora- y llevarme al corazón urbano de la "capital de la eterna primavera" que, como ya hemos mencionado, no es tan eterna como podría pensarse. Será que el hombre me vio cara de gringo, de míster, de viajero desbordante de dólares y tarjetas doradas. Qué iluso. Si supiera que uno casi siempre anda