Si eres de los que se suben a una combi a pesar de la ‘muerte’ de la queridísima china. Si eres un fanático de los “toritos” motorizados y sus acrobáticos conductores. Si eres de los que toman el taxi más viejo, barato y sospechoso. Si eres de los que prefieren viajar como sardinas en el Metropolitano con tal de evitar la titánica y esforzada tarea de caminar unas cuantas cuadras . Si te identificas con una o varias de las situaciones que acabo de describir, es muy probable que, en los siguientes párrafos, empieces a creer que este relato es una locura, una herejía, un tremendo cuento o, en caso contrario, la consecuencia de un horroroso castigo impuesto de manera injusta a un pobre hombre, por una pérfida autoridad divina o terrenal. No es así. En esta historia de andares y andariegos no existen penas por purgar ni sentencias por cumplir. Solo esfuerzo, pasión y persistencia para unir paso a paso la provincia de Chanchamayo (Junín) con el oráculo de Pachacámac (Lima) , en un peregrin
El texto que usted leerá a continuación fue escrito a manera de prueba para un proyecto de libro de crónicas de viaje enfocado a los niños. Lo redacté a inicios de año, luego de participar en el Queuña Raymi, una fiesta de reforestación que, desde hace 20 años, se realiza en las alturas de Ollataytambo (Urubamba, Cusco), gracias a la iniciativa conservacionista de la Asociación de Ecosistemas Andinos (Ecoan). Por diversos motivos, la idea es un pendiente y, mientras se concreta (espero que así sea) me animo compartir este relato. Solo les pido un favor, si tienen hijos invítenlos a leerlo o, en todo caso, leánselos, para saber si esta prueba iba por el buen camino. I Es una niña, una niña que baila y sonríe en una mañana de domingo. Ella no está sola. Ella es parte de un grupo de danzantes que imitan a las huallatas , un ave andina que vive en los bofedales . Por eso mueven los brazos como si estuvieran planeando y dan saltitos como si quisieran volar, mientras suena el tambor, la f