Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de octubre, 2013

Una historia de fantasmas, sin fantasmas

Hace algunos días me preguntaron si en mis viajes había tenido encuentros paranormales. Con un poco de tristeza –porque siempre es bueno tener una historia alucinante que contar- confesé que jamás he vivido una experiencia con fantasmas, aparecidos, cucos, condenados o cabezas voladoras. Tampoco con esa banda de pishtacos saca grasas de la que habló cierta autoridad policial. Nada de nada, admití ante la desazón de quienes me escuchaban. Ellos tuvieron con conformarse con una que otra anécdota relacionadas con el tema y que no eran demasiado terroríficas e impactantes. Pero no era mi culpa. Las almas en pena se rehúsan a asustarme y ni siquiera se animan a darme una ‘jaladita de pata’. Y no precisamente por la razón que varios de ustedes podrían estar pensando. Lo más extraño –y esta es una reflexión que fungió como respuesta- es que he estado en lugares en los que, según varias voces, han ocurrido sucesos inexplicables, de esos que te ponen la piel de gallina y los pelos

Explorando Waqrapukara

Es un niño, un niño que se aleja de su comunidad por un sendero sinuoso que, irremediablemente, terminará faldeando los cerros. Es un pastor, un pastorcito con una varilla en sus manos con la que juguetea sin demasiada alegría. Es un niño y es un pastor que va detrás de su rebaño que no es numeroso, apenas unas cuantas cabezas, tan pocas que le sobrarían los dedos de las manos para contarlas. Tanto el niño que es pastor y sus animales que jamás serán mascotas, andan con pereza, sin apuro ni prisas, como si estuvieran aburridos de hacer el mismo camino todos los días, bueno, al menos los cuadrúpedos, porque el niño no anda por aquí todos los días. Durante la semana es un estudiante que aprende a leer y escribir en la modesta escuela de su pueblo. Pero hoy es sábado. No hay lecciones en las aulas ni travesuras en el recreo. Por eso el niño es un pastor que solo volverá a su casa en la antesala de la noche, cuando el frío de las alturas se despereza y se impone. Si se apura en