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Mostrando las entradas de abril, 2010

Clic de la semana

Emocionado y atentísimo, este niño observa con ojos de curiosidad y gesto de sorpresa, los afanes escaladores y acrobáticos de los deportistas peruanos y extranjeros que, el pasado fin de semana, mostraron toda su destreza en la asoleada plaza de Armas de la colorida ciudad de Tarma. Con habilidad que causaría la envidia del mismisimo hombre araña y una persistencia a prueba de golpes y caídas, los participantes del Open Tarma - Copa Los Portales, intentaron una y otra vez, llegar a lo más alto del boulder levantado en el corazón urbano de la llamada "perla de los Andes". La jornada deportiva despertó el interés de la población local, tanto, que este niño postergó los juegos domingueros, para no perderse ningún detalle de la 1ra Fecha del Campeonato Nacional de Escalada, organizado por la Asociación de Clubes de Montañismo del Perú, la Asociación de Escalada y Montañismo Huayllay, la Municipalidad Provincial y el Hotel Los Portales. El lente de Explorando , que dista mucho d

De musarañas y damiselas

Me gana el tiempo. Debo viajar de nuevo y a pesar de eso sigo pensando en las musarañas. Tremendo desperdicio cuando podría o debería estar escribiendo como loco y, en el peor o mejor de los casos, pensando o buscando a alguna damisela de altas cualidades… -perdóname Alan por “piratear” u “homenajear” tu frase-; bah, pero ni lo uno ni lo otro, solo musarañas, muchas musarañas, tantas musarañas que las horas y los días volaron más rápido que sueldo mínimo. Y eso me ha impedido hacer muchas cosas. No soy un vago o un perezoso. Sólo soy una víctima de las circunstancias. Las verdaderas culpables son nada más y nada menos que las musarañas. Lo digo sin duda ni murmuraciones y al estilo militar, ojalá nomás que a ningún generalote o almirante se le ocurra la peregrina idea de censurarme por dármelas de burlón. Sé que muchos no me creerán. Tirarle dedo a las musarañas en vez de admitir mi supuesto relajo, como que no es muy frecuente, tal vez sea hasta insólito, pero repito, ellas, las musar

Desesperada espera en Tres Cañones

En bus o en camión, en moto o en bicicleta, a caballo o a pie, también volando -qué, cómo, estás seguro-... Y es que todo vale, todo sirve para llegar prontito, rapidito nomás, papay , al cañón de Suykutambo o Tres Cañones, donde entre paredes rocosas, bosques de queñuas y cauces aparentemente perezosos, la mañana-tarde se ha puesto buena, buenaza, con danzas, con música, con tremendas aventuras en el río, en los caminitos cimbreantes, en los taludes pedregosos. Y hay gente de cerca y de lejos. De Toroyoc, de Machupuente, de Coporaque, de Yauri -la capital de la provincia de Espinar- del Cusco monumental, de la blanca Arequipa, de la pisquera Lunahuaná, de Lima las tres veces coronada y hasta de las europas , señorcito... Y por qué diablos no avanzamos... caray, quién trajo ese bus tan pituquito, tan bajito que no puede pasar, que se atolla, que a todos nos detiene y nos demora. Achachau , nos vamos a perder la fiesta. Camino bloqueado. Un bus que no pasa; un bus que sufre. Tránsito d

Explorando Choquequirao

No es fácil llegar hasta ti. Estás lejos, muy lejos para un caminante con más entusiasmo que energías, con más ganas que físico, con más temores que certezas. ¿Llegaré?, te preguntas en la víspera de la partida, cuando conversas con los pobladores de Cachora (Abancay, Apurímac): un profesor retirado, un comunero que ofrece vasitos de chicha, una mujer que sale del templo y te da la bienvenida. ¿Llegaré?, vuelves a preguntarte al partir en una madrugada de niebla, al escuchar a la señora que te increpa por no alquilar una mula. "No vas a poder", dice y te desanima y estás a punto de creerle. Tal vez tiene la razón. Quizás 60 kilómetros (ida y vuelta) son demasiados para ti, un caminante de pasos inciertos, de pasos acalambrados, de pasos que casi siempre se convierten en ampollas. Y seguiste dudando en las subidas a Santa Rosa -cuando creías que era imposible avanzar un metro más- y a Marampata -donde pensabas que el camino era injusto contigo por ser tan largo y no tener f

Semana sin rezos ni desbandes

No rezaré ni me confesaré. Seguiré cargando mis pecados. No iré a misa ni recorreré iglesias modernas o coloniales. Las primeras por desgano, las segundas por temor, suelen venirse abajo cuando hay un terremoto. No estaré en ninguna procesión. No subiré al cerro San Cristóbal. No comeré bacalao ni escucharé el sermón de las tres horas porque desconfió de quien lo pronuncia. Tampoco veré las películas en las que crucifican a Cristo. Me las sé de memoria. Siempre acaban en lo mismo. No saldré de la ciudad. Nada de campamentos ni viajes aventureros. Nada de fogatas ni amanecidas ni bailes ni botellas borrachas en una playa, en un bosque, en la ribera de un río. Nada de fe compartida, de lecciones costumbristas en Ayacucho, Tarma, Huaraz o en cualquier otro lugar del país. No rezos. No juerga. No seré santo ni diablo. Tranquilo en casa. Sin escuchar sermones, sin trasnochados yo te estimo, sin cargos de conciencia por no golpearme el pecho, sin dolor de cabeza por ex