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Mostrando las entradas con la etiqueta Cusco

Sembrando vida, sembrando futuro

El texto que usted leerá a continuación fue escrito a manera de prueba para un proyecto de libro de crónicas de viaje enfocado a los niños. Lo redacté a inicios de año, luego de participar en el Queuña Raymi, una fiesta de reforestación que, desde hace 20 años, se realiza en las alturas de Ollataytambo (Urubamba, Cusco), gracias a la iniciativa conservacionista de la Asociación de Ecosistemas Andinos (Ecoan). Por diversos motivos, la idea es un pendiente y, mientras se concreta (espero que así sea) me animo compartir este relato. Solo les pido un favor, si tienen hijos invítenlos a leerlo o, en todo caso, leánselos, para saber si esta prueba iba por el buen camino. I Es una niña, una niña que baila y sonríe en una mañana de domingo. Ella no está sola. Ella es parte de un grupo de danzantes que imitan a las huallatas , un ave andina que vive en los bofedales . Por eso mueven los brazos como si estuvieran planeando y dan saltitos como si quisieran volar, mientras suena el tambor, la f...

Ausangate, pasos de nieve en el Cusco

De la duda a la certeza, en un relato de excusas por inventar y desafíos que se afrontan en los ondulantes dominios del Ausangate, la montaña tutelar del Cusco y el escenario de una de las rutas pedestres más impactantes del país. Todavía estás a tiempo de arrepentirte, de inventar una excusa, de argüir un pretexto que te sirva de tabla de salvación; pero no digas lo primero que se te ocurra. Ese sería un grave error. Piensa, reflexiona, se ingenioso para encontrar una trama creíble y razonable que te libere de la sospecha o la certeza –esto dependerá de la agudeza de tu interlocutor- de que te estás acobardando porque te mueres de miedo. Tienes que inventar una coartada salvadora y decírsela ya, ahora, a ese joven que despliega un mapa para adoctrinarte sobre kilómetros y altitudes, sobre montañas y abras, sobre partidas madrugadoras y llegadas en horas inciertas. Sus palabras ponen al borde del nocaut a tu entusiasmo, y, como ninguna campana te salvará de besar la lona, es urge...