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Mostrando las entradas de 2013

Una historia de fantasmas, sin fantasmas

Hace algunos días me preguntaron si en mis viajes había tenido encuentros paranormales. Con un poco de tristeza –porque siempre es bueno tener una historia alucinante que contar- confesé que jamás he vivido una experiencia con fantasmas, aparecidos, cucos, condenados o cabezas voladoras. Tampoco con esa banda de pishtacos saca grasas de la que habló cierta autoridad policial. Nada de nada, admití ante la desazón de quienes me escuchaban. Ellos tuvieron con conformarse con una que otra anécdota relacionadas con el tema y que no eran demasiado terroríficas e impactantes. Pero no era mi culpa. Las almas en pena se rehúsan a asustarme y ni siquiera se animan a darme una ‘jaladita de pata’. Y no precisamente por la razón que varios de ustedes podrían estar pensando. Lo más extraño –y esta es una reflexión que fungió como respuesta- es que he estado en lugares en los que, según varias voces, han ocurrido sucesos inexplicables, de esos que te ponen la piel de gallina y los pelos

Explorando Waqrapukara

Es un niño, un niño que se aleja de su comunidad por un sendero sinuoso que, irremediablemente, terminará faldeando los cerros. Es un pastor, un pastorcito con una varilla en sus manos con la que juguetea sin demasiada alegría. Es un niño y es un pastor que va detrás de su rebaño que no es numeroso, apenas unas cuantas cabezas, tan pocas que le sobrarían los dedos de las manos para contarlas. Tanto el niño que es pastor y sus animales que jamás serán mascotas, andan con pereza, sin apuro ni prisas, como si estuvieran aburridos de hacer el mismo camino todos los días, bueno, al menos los cuadrúpedos, porque el niño no anda por aquí todos los días. Durante la semana es un estudiante que aprende a leer y escribir en la modesta escuela de su pueblo. Pero hoy es sábado. No hay lecciones en las aulas ni travesuras en el recreo. Por eso el niño es un pastor que solo volverá a su casa en la antesala de la noche, cuando el frío de las alturas se despereza y se impone. Si se apura en

Reflexiones viajeras: entre el azar y las vacas flacas

Donde el autor pierde la cordura y escribe sobre posibles sorteos inéditos pero sin cara y sello porque los tiempos no dan para lanzar monedas al aire. Todo lo contrario, es  menester atesorarlas hasta sumar por lo menos diez luquitas, cantidad que podría contentar, aunque sea un poquito, a los ladrones que pululan por la ciudad en estos tiempos de vacas flacas y crisis económicas, con posibles repercusiones interplanetarias.  De tin marín de do pingüé. Así de simple debería de ser. Al chiripazo y a lo que salga para no torturar a mis neuronas. Sí, un sorteo, con papelitos garabateados –es decir, escritos con mi letra- y una mano casta, pura, casi inmaculada –quién dijo yo- escogiendo al azar el tema, la idea o el pálpito que debería inspirar y sustentar este relato. Sí, lo sé, es un procedimiento que carece de profesionalismo y de agudeza periodística. Es más, ni siquiera es innovador. Todos los días se sacan papelitos al azar o se hacen volar monedas al aire, aunque el vie

Clic de la semana

Esta imagen no revela las consecuencias -entiéndase la resaca- de una noche de excesos viajeros en los antiguos caminos de los incas. Tampoco muestra los instantes previos a un ritual de raíces ancestrales en las alturas andinas.   Nada de eso. Ni lo uno ni lo otro en este clic que refleja el cansancio, la extenuación, el ya no doy más de un viajero que se entrega al descanso en las cercanías de Llaqtapata, un complejo arqueológico del distrito de Santa Teresa (La Convención, Cusco). Desconectado por varios minutos. Ajeno a las voces y a la algarabía de los demás andariegos que, al igual que él, llegaron hasta aquí luego de recorrer un camino retador que empieza en Lucmabamba y se prolonga hasta la Hidroeléctrica de Machu Picchu.  La ruta supera los diez kilómetros. La ruta es pendiente arisca hasta Llaqtapata, donde el curioso lente de Explorando Perú captó esta imagen que no es la consecuencia de una resaca, tampoco los instantes previos de un ritual andino.  Solo es la fo

Del Facebook al blog (I)

Donde al autor rescata, ordena y les da un par de pinceladas a varias de sus actualizaciones en la red social, realizadas durante su último viaje a la provincia de Caylloma, territorio arequipeño en el que se encuentra el valle y el cañón del Colca. Espera que no desespera En el Terrapuerto de Arequipa una vez más. Los bultos, el boleto, la espera habitual en una escala que no será muy larga. Pronto volveré al camino con sus curvas y pendientes que me llevarán a las profundidades del Colca. * Reflexión antes de partir hacia Chivay, la capital de la provincia de Caylloma. Rico y sabroso La señora Juana le gana al Sol. Ella madruga para preparar rocoto relleno, pastel de papas y de fideos que lleva a hornear a la panadería. Antes de las diez está en su puesto en el mercado de Chivay. Su sazón es conocida y sus viandas siempre se acaban. * La señora Juana también ofrece truchas y pollo al horno. Ella comenta que antes vendía caldo en las afueras del mercado y que gracias a s

Clic de la semana

Filosofía camionera en la feria ganadera y gastronómica de La Tablada, en las afueras de Chivay, la capital de la provincia de Caylloma (Arequipa). Es curioso, pero la frase escrita con letras rojas en la carretera de madera, resume -en cierta manera- mi manera de andar en las rutas. Sí, a veces voy con prisa y pasos certeros,  en otras ocasiones -sobre todo en las bajadas y en las subidas muy exigentes- mido mis pasos, me muevo con cautela y a mi propio ritmo. No hay apuro que valga cuando sabes que lo más importante es llegar bien, llegar seguro, para emprender nuevos caminos.  Desconozco si el conductor de este camión sigue a pie juntillas la frase de la carreta. Lo único que sé es que el vehículo estaba indemne y que partiría hacia un nuevo destino -lento o rápido, siempre seguro-, cuando acabara esta feria en la que no hay un estrado ni un tabladillo para la presentación musical de Los Primos del Perú y en la que un trío de canchitos vertiginosos se escapa de sus dueños. 

Consigna aventurera: Menos preguntas, más viajes

De arranque y a la mala. Sin siquiera decirte un mísero hola o un huachafísimo hi o hello . Ellos van al ataque, frontales y decididos, dispuestos a no perder un segundo con un cómo estás o con un qué es de tu vida , fórmulas básicas de cortesía que los desviarían o retrasarían en la consecución de su único y real objetivo: información, datos, tal vez un consejo. Eso es lo que quieren, lo que buscan, lo que siempre ocurre cuando se acerca un fin de semana largo o una festividad cargada de feriados; entonces, solo queda armarse de paciencia y esperar que, tarde o temprano, por correo electrónico o a través del Facebook , a veces por el blog, casi nunca por teléfono, se desate un tiroteo de indagaciones viajeras de grueso calibre. Hay interrogantes de todo tipo. Las ruteras: adónde voy, qué sitio me recomiendas; las económicas: cuánto me cuesta, cuánto me vale; las climatológicas: hace calor o frío, ¡llueve!; las fashion : qué ropa llevo, voy con mochila o maleta

Crónica de la nada

Donde el autor trata de justificar su disparatado texto y su carencia de ideas, apelando al ridículo argumento de que sus neuronas están de vacaciones o en huelga.  Quiero escribir. El problema es que no se me ocurre ningún tema. Creo que mis neuronas están de vacaciones o se han declarado en huelga, aunque desconozco su posible lugar de descanso y no sé nada sobre su pliego de reclamos. Otra posibilidad –que me resisto a admitir- es que las susodichas se encuentren medias oxidadas por falta de uso o utilización inadecuada. Debo alejar ese pensamiento. Esta falta de ideas es temporal. Voy a concentrarme, a recordar, a buscar anécdotas, personajes, vivencias que pueda contar. Vamos, Rolly, escarba en tu memoria, enfócate en un viaje, en un pueblo, tal vez en un día de fiesta con procesión y plegarias, con bombardas y sahumerios, con danzantes y músicos, con harta cervecita y tragos de fantasía. Ya me estoy animando. Recuerdo a unas chinas diablas de miradas sed