Dónde el autor, para evitar los sapos y culebras y cuidar su hígado, funge de abogado del diablo y -con ironía, desvergüenza y argumentos falaces- trata de justificar un hecho sencillamente injustificable.
No son delincuentes ni vándalos, sólo chicos traviesos. Total, lo que hicieron no es tan malo, muchos lo hacen y quedan impunes. Su único error -el mismo que demuestra su inocencia e ingenuidad- fue el de filmar su divertidísima hazaña y, luego, llevados por la emoción y deseosos de difundirla en el mundo entero, la colgaron en la Internet.
Eso es todo. Mucho barullo por tan poco. Y, lo más grave, es que la gente insidiosa, en vez de mostrarse indulgente y aceptar que la juventud a veces es alocada, atrevida y hasta un poco tonta, se les prende y los llena de agravios e insultos. Qué no les han dicho a los pobrecitos.
Para colmo de males, quieren castigarlos como si fueran narcos o terrucos; como si meterle patadas y tirarle piedras a una de las paredes de adobes de la huaca Dragón, en Trujillo, fuera algo gravísimo. Ni que hubieran estado en Machu Picchu. Esa sí es una "Maravilla del Mundo".
Ahora todos se rasgan las vestiduras, como si no supieran que las ruinas en el país se caen solitas. Además, si dicen que ésta es tan valiosa e importante para la humanidad entera, porque diablos las autoridades no contratan más guardianes o colocan cámaras de vigilancia.
Al final, si uno lo piensa fríamente, la culpa es de ellos por confiados y creer que los visitantes se van a portar como angelitos, cuando se sabe que hay hartos maleantes sueltos por ahí.
Maleantes en serio, no estos chiquillos que su único pecado es ser un poquito inquietos y "figuretones", pero jamás pirañitas o barras bravas, menos pandilleros, como dicen muchos sin conocerlos y sin saber que en verdad son muchachos que sueñan con ser profesionales: médicos, diseñadores o, quién sabe, después de esta experiencia terminan siendo arqueólogos.
Son tan nobles que han salido a pedir perdón, porque reconocen que metieron la "pata". Qué más quieren. Eso es suficiente y, como dijo ayer con justeza un reportero de la TV, ya aprendieron la lección. Así que dejen de pedir que los envíen a Maranguita. Son tonterías de gente malvada que quiere ensañarse con estos pobres muchachos, más odiados que la "roba pulmón".
En conclusión, olvídense ya de la travesura de los alumnos del colegio Mariscal Toribio de Luzurriaga. No pasará nada o pasará muy poco. Pronto será noticia de archivo y la indignación momentánea se convertirá en desidia. Nadie tomará una acción que genere un cambio y los sitios históricos quedarán a merced de los vándalos.
Y, claro, aparecerán más pintas y grabados en las paredes de adobe o piedra, como la que existen hoy en muchos recintos arqueológicos. También se destruirán tramos del camino inca para asfaltar carreteras y los huaqueros seguirán saqueando las tumbas prehispánicas y, siempre por error jamás con afán delictivo, se borrarán geoglifos en Nasca y en Palpa.
Por todo lo expuesto, propongo dejar en paz a los pobres escolares. Ellos no son los primeros ni serán los últimos que cometan este tipo de deslices que, los más iracundos y exagerados, califican con el feo nombre de delito.
Eso sí, permítanme una recomendación a toda la muchachada: jamás filmen sus travesuras y, si lo hacen, no sean tan bestias de subirlas a la Internet. Así se evitarán problemas.
Fin del alegato.
*Más allá de la ironía de esta entrada, Explorando expresa su indignación por el atentado contra la huaca Dragón, perpetrado por un grupo de alumnos del colegio Mariscal Toribio de Luzurriaga de Los Olivos. Acciones como esta demuestran la carencia de valores y el escasa información histórica que reciben los escolares en sus hogares y en las aulas.
En nuestros diversos viajes, hemos visto con tristeza el olvido y abandono de muchos sitios arqueológicos. La falta de protección por parte del estado y de las propias poblaciones, es aprovechada por vándalos que mancillan el legado arqueológico, tal como lo demuestran las imágenes que mostramos a continuación.
Desde esta bitácora viajera, proponemos que nuestra enjundia se convierta en fuerza de cambio. Todos, de una u otra manera, debemos de denunciar los atentados contra el patrimonio cultural. Es la única manera de generar un cambio de actitud.
No son delincuentes ni vándalos, sólo chicos traviesos. Total, lo que hicieron no es tan malo, muchos lo hacen y quedan impunes. Su único error -el mismo que demuestra su inocencia e ingenuidad- fue el de filmar su divertidísima hazaña y, luego, llevados por la emoción y deseosos de difundirla en el mundo entero, la colgaron en la Internet.
Eso es todo. Mucho barullo por tan poco. Y, lo más grave, es que la gente insidiosa, en vez de mostrarse indulgente y aceptar que la juventud a veces es alocada, atrevida y hasta un poco tonta, se les prende y los llena de agravios e insultos. Qué no les han dicho a los pobrecitos.
Para colmo de males, quieren castigarlos como si fueran narcos o terrucos; como si meterle patadas y tirarle piedras a una de las paredes de adobes de la huaca Dragón, en Trujillo, fuera algo gravísimo. Ni que hubieran estado en Machu Picchu. Esa sí es una "Maravilla del Mundo".
Ahora todos se rasgan las vestiduras, como si no supieran que las ruinas en el país se caen solitas. Además, si dicen que ésta es tan valiosa e importante para la humanidad entera, porque diablos las autoridades no contratan más guardianes o colocan cámaras de vigilancia.
Al final, si uno lo piensa fríamente, la culpa es de ellos por confiados y creer que los visitantes se van a portar como angelitos, cuando se sabe que hay hartos maleantes sueltos por ahí.
Maleantes en serio, no estos chiquillos que su único pecado es ser un poquito inquietos y "figuretones", pero jamás pirañitas o barras bravas, menos pandilleros, como dicen muchos sin conocerlos y sin saber que en verdad son muchachos que sueñan con ser profesionales: médicos, diseñadores o, quién sabe, después de esta experiencia terminan siendo arqueólogos.
Son tan nobles que han salido a pedir perdón, porque reconocen que metieron la "pata". Qué más quieren. Eso es suficiente y, como dijo ayer con justeza un reportero de la TV, ya aprendieron la lección. Así que dejen de pedir que los envíen a Maranguita. Son tonterías de gente malvada que quiere ensañarse con estos pobres muchachos, más odiados que la "roba pulmón".
En conclusión, olvídense ya de la travesura de los alumnos del colegio Mariscal Toribio de Luzurriaga. No pasará nada o pasará muy poco. Pronto será noticia de archivo y la indignación momentánea se convertirá en desidia. Nadie tomará una acción que genere un cambio y los sitios históricos quedarán a merced de los vándalos.
Y, claro, aparecerán más pintas y grabados en las paredes de adobe o piedra, como la que existen hoy en muchos recintos arqueológicos. También se destruirán tramos del camino inca para asfaltar carreteras y los huaqueros seguirán saqueando las tumbas prehispánicas y, siempre por error jamás con afán delictivo, se borrarán geoglifos en Nasca y en Palpa.
Por todo lo expuesto, propongo dejar en paz a los pobres escolares. Ellos no son los primeros ni serán los últimos que cometan este tipo de deslices que, los más iracundos y exagerados, califican con el feo nombre de delito.
Eso sí, permítanme una recomendación a toda la muchachada: jamás filmen sus travesuras y, si lo hacen, no sean tan bestias de subirlas a la Internet. Así se evitarán problemas.
Fin del alegato.
*Más allá de la ironía de esta entrada, Explorando expresa su indignación por el atentado contra la huaca Dragón, perpetrado por un grupo de alumnos del colegio Mariscal Toribio de Luzurriaga de Los Olivos. Acciones como esta demuestran la carencia de valores y el escasa información histórica que reciben los escolares en sus hogares y en las aulas.
En nuestros diversos viajes, hemos visto con tristeza el olvido y abandono de muchos sitios arqueológicos. La falta de protección por parte del estado y de las propias poblaciones, es aprovechada por vándalos que mancillan el legado arqueológico, tal como lo demuestran las imágenes que mostramos a continuación.
Desde esta bitácora viajera, proponemos que nuestra enjundia se convierta en fuerza de cambio. Todos, de una u otra manera, debemos de denunciar los atentados contra el patrimonio cultural. Es la única manera de generar un cambio de actitud.
Comentarios
Estamos tratando de fomentar a más gente sobre el tema para poder llevar una propuesta de ley al congreso, espero puedas colaborar para esta idea también desde tus escritos.
Saludos,
Paola
Hay que hacer algo y ya. Todo propuesta es válida y tiene que ser estudiada, lo que no podemos hacer, es quedarnos cruzados de brazos.
Dime, ya existe un proyecto respecto al instituto que mencionas y quiénes lo están trabajando. Me gustaría saber más del tema.
Saludos,
r.v.ch.
En la medida de lo posible trata de mantenerme informado.
Saludos,
r.v.ch.