Donde el autor, honrando el día del trabajo se olvida de la vagancia y la desidia que, según algunos, lo caracteriza, y se manda con esta entrada con breves anécdotas de su último viaje a las volcánicas tierras de la provincia de Castilla, en la región Arequipa.
Santos terratenientes
En Andagua y en Chachas –dos distritos de la provincia de
Castilla- los santos y vírgenes más queridos por los fieles, tienen
uno o dos topos de tierra. Esta es trabajada por los mayordomos de la fiesta,
quienes la hacen producir. Lo cosechado es utilizado durante la celebración. En
el templo de Chachas, la señora Celsa, la esposa del sacristán, cuenta que la
Candelaria y la Inmaculada tienen dos topos, medio topo más que San Pedro, el
patrón del pueblo. Celsa no supo explicar el por qué de la diferencia. Tampoco
pudo decirme si San Pedro sentía celos o envidia por semejante injusticia.
Toros inmortales
La Virgen no quiso. Dos veces no quiso. Por
eso ya no traen más matadores. Las dos veces que vinieron para la fiesta de
agosto, estos no pudieron con los toros. Les metieron la espada y nada. Seguían
vivos. La gente tenía pena de los pobres animalitos. Y es que la Virgen no
quería que en su fiesta hubiera corrida con muerte. Su decisión se respeta y
ahora las corridas en Andagua son pura diversión. Bonitas son… recuerda
Plácido, mientras contempla su pueblo y sus volcanes, desde el mirador de Antaymarca.
Afilado souvenir
Siempre me dicen que cuando vuelvo de viaje nunca traigo ningún recuerdo. Esta vez, para taparle la boca a los criticones, estuve a punto de regresar de Andagua con un cacto. El problema con el espinoso souvenir es que este quería
venirse prendido en unos de mis dedos. No pues, así no son las cosas. Tuve que sacarlo, aunque dos de sus espinas se pusieran tercas. No querían
salir. Las arranqué a la mala y hasta con un poquito de furia. Dolió y sangró
pero no hubo tiempo para gritos ni lamentos. Tenía que seguir caminando hacia la
catarata de Sanquilay. Al final, el cacto se quedó en el Valle de los Volcanes y
yo, una vez más, volví a Lima con las manos vacías.
Mirando la TV
En una tienda de
Viraco, veo imágenes de una corrida de toros en un antiguo aparato de televisión. En la puerta de ese local que, como casi todo en el núcleo urbano del distrito, está al lado de
la carretera, un grupo de personas observan con placentera atención la llamada “fiesta brava”.
No eran muchos, no eran pocos. Había niños, mujeres, jóvenes y dos ancianos que
lo comentaban todo con estruendoso entusiasmo, un entusiasmo que no comparto ni entiendo,
un entusiasmo qué, más allá de mis opiniones, no puedo ocultar. "En
octubre hay buenas corridas en nuestro pueblo", me dirían a manera de
invitació, justo cuando se acercaban las luces del bus que me llevaría a Arequipa. No sé si volveré a Viraco pero estoy casi seguro de que si alguna
vez vuelvo, no será para ver una corrida de toros.
Incomunicado
Vaya uno a saber porqué, pero en el pueblo de Andagua hay solo
tres lugares donde llega –titubeante y tímida- la señal de Movistar. Fue Plácido,
uno de los choferes de la municipalidad distrital, quien me dio el dato para
romper la falta de comunicación. “Anda justo a la esquina donde termina el templo.
Te subes a la vereda y tendrás línea”, diría con absoluta certeza. Plácido no
mentía. Eso sí, respecto a los otros lugares que reveló –el Estadio y la Plaza
de Toros- no puedo dar mayor información. Para qué ir hasta allá, si el templo del distrito es perfecto para comunicarse... y no solo con Dios.
El trompetista predicador
Era músico. De banda y orquesta. De esos que van por los
pueblos tocando, comiendo y bebiendo. De esos que están en todas las fiestas. Sí,
era músico y quería ser compositor. Quería, ya no quiere. Ahora predica. Ahora
es un Israelita y difunde la palabra de Dios en los mismos lugares en los que
antes incitaba al baile, al brindis y al pecado con su trompeta. Desde hace dos años ya no intenta
componer. “Será Dios el que me inspire y el que me diga si debo hacerlo”,
reflexiona el hermano de nombre olvidado con el que comparto el viaje de
Chachas a Andagua.
Tu envidia es mi progreso
En los caminos no soy un Ferrari ni una 4x4. Mi andar se
asemeja más bien al de un modesto camión Dodge con tolva de madera rechinante y
un tu envidia es mi progreso como emblema de lucha. Sí, soy como esos
"mastodontes" motorizados que van despacito en las subidas y jamás
aceleran a fondo en las bajadas. Así camino yo, lento, sin prisas, a veces
hasta dando un poco de pena. Eso sí, al final –como casi siempre ocurre con
esos ya míticos camiones- me doy maña para terminar la ruta. Eso es lo que
importa. Eso es lo que vale.
Comentarios
JCG
Sí, hay tres o cuatro hospedajes en Andagua. El pueblo es chico, así que fácilmente los encontrarás.
Saludos,
r.v.ch.