¿Cuál es el lugar que más te gusta? La pregunta es inevitable y siempre llega, indefectible, recurrente, categórica, cuando alguien se entera que uno se gana la vida o, mejor dicho, el derecho a sobrevivir honestamente -digamos con lo justo, más bien apretado- como periodista y viajero. Me han hecho esa interrogante tantas veces que ya perdí la cuenta. Lo curioso del asunto es que nunca sé que responder, entonces, tengo la impresión que he vuelto al colegio y, para colmo de males, en plena prueba bimestral de matemáticas, experiencia traumática y peliaguda que, de en cuando en cuando, retorna convertida en pesadilla. Cada vez que quiero absolver la pregunta que motiva este post , balbuceo con el mismo nerviosismo con el que años atrás, garabateaba los números en la hoja del examen, aferrado a la esperanza –dicen que es lo último que se pierde- de obtener un honroso 11 o un salvador 10.5, porque el medio punto favorece al alumno. La única diferencia con aquella tortura de variables y ec...