Azul intenso. Sombras que prolongan su dominio e imponen sus matices claroscuros sobre el mar de Paracas, en el inicio de un nuevo día que despierta tarde por la ausencia del sol. Y en esa mañana que sigue vestida de amanecer, el viento corre con premura propagando en las orillas del desierto costero, el aroma salino del Pacífico. Y en esa mañana de cielo sin brillo ni resplandores que se impone en la playa Atenas, aparece un mechón del arco iris... breve, fugaz, acaso milagroso. Azul intenso que empieza a suavizarse. Sombras que se difuminan, se aclaran, desaparecen. Renace el sol, Paracas calienta. Se llena de luz, de brillos intensos. Noche de campamento en las orillas de una Laguna Grande. Noche de vientos rumorosos, de carpas que flamean como banderas y de pequeños remolinos de arena. Y en esa larga noche de sueños postergados en una laguna que no es una laguna, sino una sosegada orilla del Pacífico, un zorro del desierto se acerca, invade, se entromete al campamento con andar dub...