Tú no estabas aquí la primera vez que vine. No soy tan desmemoriado ni ha pasado tanto tiempo. Además, sería difícil que pudiera olvidarme de una imagen como la tuya. Y no es que seas preciosa, tentadora o deslumbrante. Tu belleza, si es que la tienes, es más que discutible. Pero esa no es tu culpa, total, eres la obra de un creador sin demasiadas luces, de un autor que no debería ser anónimo, para decirle con nombre propio unas cuantas o muchas verdades. Sabes, no deberías estar aquí pero lo estás. Seguro ya son varios años y quizas por falta de presupuesto o, tal vez solo por desidia, nadie, absolutamente nadie ha querido o podido borrarte. O será que tu existencia es un mal irreversible. Un tatuaje imborrable en la piel de adobe del Palacio Inca de Tambo Colorado (Humay, Pisco). Lamento decírtelo, pero eres una afrenta contra el patrimonio arqueológico y una evidencia clara y dolorosa de la ignorancia supina de algunos ¿ciudadanos?. Y es que tus trazos de insinuante mujer fatal no ...