No alardeaban quienes habiendo hecho la 69, describían su experiencia como fantástica y proclamaban entre sonrientes y exhaustos, su intención de repetirla, una, dos, muchas veces... todas las veces que pudieran. De tanto escucharlos y para no morirme de la envidia o algo parecido, me despojé de todos mis temores y decidí hacer de una buena vez la famosa 69. Era justo y necesario. Uno ya no es un jovencito y si seguía dudando, fácil que cuando me decidiera a hacerla, ya no tendría el físico necesario o suficiente. Y es que se necesita estar en forma o medianamente en forma, para llegar al ansiado objetivo sin estar dando pena o lástima o, lo que es peor, sin disfrutar absolutamente nada de la fantástica experiencia. Y aunque últimamente mi forma es... digamos media redonda, igual la hice y la disfrute y me sentí agotado, pero la intensidad de la 69 me cargaría de energías, tantas, que hoy me atrevo a decir y anunciar que volveré a hacerla, porque n...