Llegar, reacomodar la mochila. Volver a partir. Dormir en el bus, despertar en otra ciudad: Piura, Lima, Ica o Nasca. Días movidos, inquietos, de ir y venir, de cambios de climas, de aire, de rumbos: del norte al sur, de la altura al llano. Viajar, disfrutar, explorar, cansarse... Vivir. Imagenes que perduran, recuerdos que se atesoran. El amanecer en la laguna el Páramo en las alturas de Pacaipampa (Puira), un lugar que no aparece en el mapa ni en la carta nacional; entonces, te sientes un descubridor y te dan ganas de decir aquello de un pequeño paso para el hombre; pero no hay tiempo, tienes que volver al pueblo, caminando, bajando de los cerros tapizados de verdor, soportando el calor, el dolor de las piernas, la falta de agua. Igual llegas. Vences el cansancio. Eres feliz. Hoy volverás a viajar. Al sur. Nazca, luego Lucanas y Pampa Galeras , la reserva nacional en la que se protegen miles de vicuñas. De allí hacia al mar, a pie hasta la bahía de San Fernando en Marcona . Decenas d...