Llego a Machu Picchu. Es la cuarta o la quinta ocasión que lo hago; pero hoy no quiero recordar las visitas anteriores. Quiero pensar, ilusionarme, creer que es la primera vez que mis ojos admiran al gigante de piedra y sus montañas de verdor.
Observo en silencio a la máxima expresión de la arquitectura inca. Es increíblemente hermosa y me emocionó y me invade el orgullo y también la pena, porque sé que nunca encontraré las palabras para describir tanta perfección ni la voz narrativa que explique la armoniosa conjunción entre la creación humana y la exuberancia caprichosa de la naturaleza, de los Andes que se convierten en Amazonia.
Me encantaría estar solo ahora, contemplando a mis anchas las fastuosas construcciones que fueron ajenas a los invasores españoles, sintiendo esa rara energía -vital, quizás liberadora- que parece brotar de cada piedra y que se concentra en el Intihuatana, ese extraño obelisco en el que los Incas pretendían amarrar al Sol, para no perder sus rayos de vida.
Pero eso no es posible. Desde que fuera redescubierta por el antrópologo norteamericano Hiram Bingham en 1911, Machu Picchu convoca, atrae, hermana a investigadores, turistas, viajeros y trotamundos.
Soy un peregrino más. Y camino por pasadizos angostos y me agito en los peldaños de las serpenteantes escaleras e ignoro las explicaciones de los guías. Hoy no me importa saber si esta obra monumental fue un templo, una ciudad remota o un lugar de descanso.
No busco explicaciones, sólo busco palabras que nunca encontraré y a pesar de eso escribo y no me gustan mis frases y oraciones. Vuelvo a intentarlo. Nada. Mis vocablos son chatos, mustios, sin brilo, incapaces de transmitir lo que realmente siento al visitar la impactante ciudadela.
"Sube a nacer conmigo hermano", recuerdo un verso de Pablo Neruda y me consuelo. Quizás la única manera de enteder realmente a Machu Picchu sea tocar sus piedras místicas, andar por sus vericuetos de altura y admirar su entorno geográfico, andino y amazónico. Sentirlo... esa es la clave. Ya no me importan las palabras. (Rolly Valdivia).
Comentarios
Vente rapidito. Aquí te espero. Sé que el Perú y el Cusco en particular, te van a encantar.
Saludos
Sigue viajando,quizás algún día los caminos nos unan.
Saludos,
r.v.ch.