Ignorando al cansancio, a las amenazas del soroche y a las decenas de kilómetros recorridos a todo pedal, dos ciclistas aventureros "vuelan" sobre un riachuelo que corre como serpiente en Ogopampa, un escenario geográfico con características de postal, en las afueras del brevísimo poblado de Santa Rosa (distrito de Aquia, Ancash).
Una, dos, tres veces, los deportistas iban y venían de un lado al otro, divirtiéndose como niños y disfrutando al máximo de su encuentro -cercano, entrañable, intenso- con las montañas y quebradas de la sierra ancashina.
Apenas transitada por pastores y arrieros, Ogopampa apareció como un milagro en la ruta de los "pedaleros". Allí, bajo la égida del apu Quicash, un gigante condenado al deshielo por el calentamiento global, levantaron sus carpas para pasar la noche; una noche fría y congelada, una noche bajo cero a pesar de las cimbreantes llamas de la fogata y la dudosa protección de las bolsas de dormir.
La noche se hizo larga, como largo fue el camino del puñado de aguerridos y osados deportistas de Aquia, Huaraz y Alemania, que decidieron ser parte de una aventura inédita: unir Aquia con Pastoruri, uno de los nevados emblemáticos del Parque Nacional Huascarán, en dos jornadas kilométricas.
Explorando acompañó a los deportistas la primera jornada, acampó con ellos y compartió la gélida noche en Ogopampa. Felizmente, nuestro lente no se congeló y pudimos rescatar este clic.
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