Escribo con una extraña mezcla de tristeza y temor, de cólera e impotencia; escribo a lo que salga y sin pensar demasiado.
Espero que entiendan y sepan comprender que hoy no es un día normal, hoy es un día de tragedia, de malas noticias, de corazones y sueños rotos.
Sufre el Perú, porque ayer la tierra tembló con furia y encono. Terremoto. Dos minutos de espanto, dos minutos eternos, dos minutos de muerte en Pisco y en Ica, también en Chincha.
Horas de incertidumbre, de teléfonos que no funcionan, de familiares que no aparecen; horas de angustia e inquietud, de sentirse feliz por está bien, de tener ganas de llorar por los hermanos que sufren, por los hermanos que lo perdieron todo.
El terremoto se sintió en gran parte del país. En Lima, la capital, el remezón fue larguísimo y violento; pero, quizás por milagro, o, tal vez sólo de pura suerte, la ciudad resistió el embate de la naturaleza.
Hasta ahora no entiendo muy bien cómo las centenarias y vetustas casas del Centro Histórico, de los Barrios Altos y el Rímac, aguantaron a pie firme, soportaron con estoicismo la violenta acometida de la naturaleza. Eso evitó que la tragedia fuera aún más grande.
Nos salvamos los limeños, pero no ocurrió lo mismo en el Sur Chico. Allí no hubo milagro ni suerte, sólo dolor, lágrimas, desesperación. Y uno siente que no es justo y te indignas y reniegas, pero también te invade el temor por las réplicas. La tierra puede temblar en cualquier momento.
Ahora sólo queda resistir, luchar, recuperarse. Los peruanos, mal que bien, siempre salimos adelante. Esta vez no será distinto. De eso estoy seguro.
Espero que entiendan y sepan comprender que hoy no es un día normal, hoy es un día de tragedia, de malas noticias, de corazones y sueños rotos.
Sufre el Perú, porque ayer la tierra tembló con furia y encono. Terremoto. Dos minutos de espanto, dos minutos eternos, dos minutos de muerte en Pisco y en Ica, también en Chincha.
Horas de incertidumbre, de teléfonos que no funcionan, de familiares que no aparecen; horas de angustia e inquietud, de sentirse feliz por está bien, de tener ganas de llorar por los hermanos que sufren, por los hermanos que lo perdieron todo.
El terremoto se sintió en gran parte del país. En Lima, la capital, el remezón fue larguísimo y violento; pero, quizás por milagro, o, tal vez sólo de pura suerte, la ciudad resistió el embate de la naturaleza.
Hasta ahora no entiendo muy bien cómo las centenarias y vetustas casas del Centro Histórico, de los Barrios Altos y el Rímac, aguantaron a pie firme, soportaron con estoicismo la violenta acometida de la naturaleza. Eso evitó que la tragedia fuera aún más grande.
Nos salvamos los limeños, pero no ocurrió lo mismo en el Sur Chico. Allí no hubo milagro ni suerte, sólo dolor, lágrimas, desesperación. Y uno siente que no es justo y te indignas y reniegas, pero también te invade el temor por las réplicas. La tierra puede temblar en cualquier momento.
Ahora sólo queda resistir, luchar, recuperarse. Los peruanos, mal que bien, siempre salimos adelante. Esta vez no será distinto. De eso estoy seguro.
Comentarios
Tú que siempres has recorrido el Perú, sabes del cariño de la gente. En cada pueblo que has visitado encontraste personas sencillas cuyos valores de solidaridad y unión te lo demostraron. Y por increíble que parezca la gente más sencilla te da mucho de lo poco que tiene. A veces uno se pregunta por qué ellos son los más perjudicados en una situación como ésta, pero aquí estamos para compartir el dolor y darnos la mano. En este momento de tristeza yo también me uno a los sentimientos de amor y solidaridad. Salud y fuerza, estimado amigo.
Luz Marina
El fenómeno telúrico derribó edificios, cortó el suministro de energía eléctrica y dañó las comunicaciones en esta parte del país.
El movimiento se produjo en los límites entre las placas tectónicas de Nazca y Sudamérica, en una zona de intensa actividad sísmica.
Pisco fue una de las localidades más afectadas por el terremoto de 7,9 grados de magnitud, que según el jefe de Sismología del Instituto Geofísico del Perú, Hernando Tavera, es el mayor registrado en el Perú en los últimos 50 años y uno de los peores del mundo desde 1990.
La mayoría de las víctimas se registran en las ciudades de Pisco, Chincha e Ica, frente a cuyas costas se localizó el epicentro del sismo, que se produjo a las 18:41 horas (23:41 GMT).
A consecuencia del fuerte terremoto, la iglesia de Pisco se derrumbó enterrando bajo sus escombros a decenas de feligreses que se encontraban, en el momento del movimiento telúrico, las 6:41 de la tarde del sismo. En Ica la torre principal de la Iglesia de Luren , quedo destruida, y otras quedaron seriamente dañadas como la Catedral, San Juan de Díos ,el Socorro, la Capilla del antiguo Colegio San José.
Por otro lado la mayoría de actividades comerciales han quedado literalmente en la bancarrota .Gran parte de las bodegas ubicadas en Ica se han visto afectadas seriamente, señaló el Instituto del Vino y del Pisco (Idvip). Según la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), las pequeñas bodegas de pisco, han quedado paralizadas pues el terremoto causó serios daños por ser construcciones antiguas. Se perdió una belleza natural denominada ”La Catedral”, atractivo turístico de la reserva nacional de Paracas.
A pesar de las circunstancias vividas ,no todo está perdido, existe una luz de esperanza,“ Sacando fuerza de entre los escombros, unidos en el dolor y la reconstrucción de nuestra ciudad , saldremos adelante”- manifiestan las familias damnificadas de la Región Ica-.