Ante las críticas generadas por la presentación del Pisco 7.9 –incluyendo mi furibundo post anterior- el ministro de la Producción, Rafael Rey Rey, tuvo que dar un paso atrás en su descabellada propuesta.
La rectificación es saludable y oportuna, aunque, como suele ocurrir en la política peruana, el ministro argumentó que su iniciativa había sido malinterpretada, es decir, la culpa es nuestra por considerar de pésimo gusto la ingeniosa denominación que él -o sus asesores o sus amigos o vaya uno a saber quién diablos fue- había acuñado.
Rey agregó que los cooperantes del exterior igual recibirían una botella de Pisco por su valioso apoyo, aunque esta ya no llevará el 7.9 en la etiqueta.
El nuevo nombre aún no ha sido anunciado, pero después de esta penosa experiencia, sólo queda pedirle a todos los santos que iluminen al devotísimo encargado del despacho de la Producción.
Para más información haga clic aquí.
La rectificación es saludable y oportuna, aunque, como suele ocurrir en la política peruana, el ministro argumentó que su iniciativa había sido malinterpretada, es decir, la culpa es nuestra por considerar de pésimo gusto la ingeniosa denominación que él -o sus asesores o sus amigos o vaya uno a saber quién diablos fue- había acuñado.
Rey agregó que los cooperantes del exterior igual recibirían una botella de Pisco por su valioso apoyo, aunque esta ya no llevará el 7.9 en la etiqueta.
El nuevo nombre aún no ha sido anunciado, pero después de esta penosa experiencia, sólo queda pedirle a todos los santos que iluminen al devotísimo encargado del despacho de la Producción.
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