En su accidentado y fallido intento por descender a puro pedal desde Punta Callán hasta Huaraz (más de 20 kilómetros), el maltrecho lente de Explorando, se repuso de la fatiga y del susto de sus aparatosas caídas, para capturar esta imagen de unas aguas sospechosas, en las vistosas faldas de la cordillera Negra.
Agüitas nada santas, agüitas que no has de beber pero que nadie hace correr en las cercanías de la abandonada mina aurífera Santo Toribio (caserío de Shecta), cuyas instalaciones empiezan a ser golpeadas por el olvido y, donde la querendona mamapacha, parece estar herida sin que nadie la atienda, sin que nadie se preocupe por ella.
Desde este recodo del camino cimbreante que desciende a la capital ancashina, se observa a plenitud varios de los nevados de la cordillera Blanca, incluyendo al mítico Huascarán; pero, también, se vislumbran las instalaciones a tajo abierto de la gigantesca mina Pierina.
Al verla, uno se pregunta si el abandono actual de Santo Toribio se repetirá allí cuando el oro y la plata se termine, cuando ya no quede nada por explotar. Hoy, no tengo la respuesta. Hoy, mi única certeza es la que muestra este clic.
Agüitas nada santas, agüitas que no has de beber pero que nadie hace correr en las cercanías de la abandonada mina aurífera Santo Toribio (caserío de Shecta), cuyas instalaciones empiezan a ser golpeadas por el olvido y, donde la querendona mamapacha, parece estar herida sin que nadie la atienda, sin que nadie se preocupe por ella.
Desde este recodo del camino cimbreante que desciende a la capital ancashina, se observa a plenitud varios de los nevados de la cordillera Blanca, incluyendo al mítico Huascarán; pero, también, se vislumbran las instalaciones a tajo abierto de la gigantesca mina Pierina.
Al verla, uno se pregunta si el abandono actual de Santo Toribio se repetirá allí cuando el oro y la plata se termine, cuando ya no quede nada por explotar. Hoy, no tengo la respuesta. Hoy, mi única certeza es la que muestra este clic.
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