Ir al contenido principal

Crónica Rayada...



Un texto de confusiones y enredos en el que el autor demuestra que, a veces, anda un poco rayado.

Lluvia y granizada. Hace frío y no dan ganas de bajar del bus, pero el bicho motorizado se para en seco y abre las puertas de par en par. La gente se levanta, se despereza, dice que nos hemos detenido en una raya que también es punto...

No entiendes nada, es como si hubieras sufrido un congelamiento neuronal. Si es que esa enfermedad existe -claro está- o será acaso que la acabas de
inventar, con el perdón de los médicos y demás profesionales de la salud.

Y si uno inventa un mal tiene el derecho de inventar la cura, más aún cuando se está en una raya que es punto al mismo tiempo… y con tanta raya y punto como que ya tengo la impresión de andar escribiendo en clave morse y eso es demasiado enredo, demasiado congelamiento neuronal.

Frío, lluvia y granizo. Bus detenido. Raya y punto, punto y raya. Neuronas congeladas… y sigo sin entender nada y para colmo me voy quedando solo, porque todos abandonan sus asientos y bajan apuraditos y bien abrigadotes, como si algo importante ocurriera en esa raya que es punto y, quizás, otras cosas más que me gustaría averiguar, aunque la prudencia me indica que lo mejor es olvidarme de todo y tratar de dormir.

Bostezo, me acomodo, cierro lo ojos. No hay sueño por culpa del instinto periodístico o del temor a quedarme solo en el bus (de repente le cae un rayo y soy el único achicharrado). No tengo más remedio que bajar a pesar
de estar casi seguro que mi naciente congelamiento neuronal se convertirá en un congelamiento generalizado y ahí sí que voy a necesitar un médico de verdad.

Invadido por esos malos presagios, decido bajar del bus, pero despacito, en cámara lenta, con la intención de evitar cualquier ataque artero del soroche, porque si bien me encuentro enredado por toda esa historia de la raya, no ando tan perdido como para no darme cuenta que estoy a miles de metros sobre el nivel del mar.

Lo mejor es no apurarse, respirar profundo y caminar a paso de tortuga, a pesar de que nunca he visto una tortuga en la puna, pero esta mañana es extraña y cualquier cosa puede pasar; basta con decir que hace 10 minutos el sol brillaba como zapato recién lustrado y... ¡zas! de pronto se desató el granizo y alguien habló de rayas y puntos, desatándose este calvario que tan desordenadamente narro.

Pero intentaré corregirme y aclarar mis ideas, al menos un poquito y es que la situación como que empieza a arreglarse y hasta creo que he encontrado la cura inventada para ese mal también inventado, con el perdón de los médicos y demás profesionales de la salud, como indiqué al principio de este confuso relato.

Mis neuronas empiezan a descongelarse y el enredo deja de ser tan enredado y es que la mentada raya no es realmente una raya -de esas que hacía con regla, nunca a pulso, en el colegio (no pregunten por qué)-; tampoco un punto seguido o un punto aparte, menos un punto final (para tristeza de algunos lectores).

La raya de esta historia o La Raya, para escribirlo correctamente, es el “punto” más alto de la carretera Cusco-Puno (4,321 m.s.n.m.)., cimbreante vía asfaltada que une el “ombligo del mundo andino” con el lago Titicaca, el legendario mar interior del que emergió Manco Capac y Mama Ocllo, la pareja fundacional del estado Inca.

Raya-Punto, la clave morse está descifrada y me doy de alta, mientras observo el horizonte mustio por la lluvia, las brumas que cubren las colinas cercanas, las alpacas que pastean sin prisa, los mechones de ichu castigados por el granizo, también a las señoras que se protegen de la lluvia bajo un toldo improvisado y al comerciante heroico que a pesar de todo, sigue ofreciendo sus chullos, sus chompitas y chalinas.

No hay duda, estoy restablecido. El último párrafo fue más ordenado. Se acabó el congelamiento y la lluvia, entonces me animo a andar por ese paraje cordillerano que se ha convertido en parada casi obligada para los turistas que van y vienen del Cusco y Puno; por ese recodo del camino en el que varias mujeres ofrecen artesanías y hasta posan para la foto del recuerdo por un dólar, un sol o lo que sea su voluntad.

Pero en mis andanzas descubro que en La Raya hay dos líneas… No se asusten, por favor, no es una recaída, tampoco un trabalenguas ni un juego de sinonimia. Aquí no hay enredos ni mayores complicaciones, porque una de las líneas está muy cerca y no ha sido trazada con regla, sino por durmientes y rieles; la otra es más bien simbólica, política, se ve mejor en los mapas.

Línea férrea (une Cusco y Puno) y línea limítrofe (entre ambas regiones) en La Raya, un extraño lugar que por esas cosas del lenguaje y los enredos del camino, es, también, un punto...final.

Comentarios

Anónimo dijo…
Hola rolly, grato saludarte desde el dia de ayer e leido casi todo lo que has escrito y francamente es para quitarse el sombrero, viajo continuamente por toda la parte sur del pais por cuestiones de trabajo, y lo que describes es exactamente lo que se vive,con relacion a la musica,cine y toda las peripecias vividas te recomiendo 2 rutas Ayacucho-Andahuaylas y Cusco Quillabamba que son fascinantes por el peligro que conlleva viajar por esas rutas y que una cronica tuya hara las delicias de todas las personas que te leen simplemente dejame agregar un comentario que lei en una cronica de un conocido periodista "ESCRIBES BIEN PAJA", y sigue escribiendo asi para orgullo de todos los peruanos. Saludos Bernardo.
Qué tal Bernardo,
Me halagan tus comentarios. Son mensajes como el tuyo, los que nos motivan, aún más, a seguir en los caminos.
Respecto a las rutas que propones, ya he recorrido la carretera Cusco Quillambaba, incluso al retorno una gran nevada en el abra Malaga impedía el paso de los bus.
Tuve que pasar toda una noche en el vehículo y a la mañana siguiente, caminar bajo la nieve hasta pasar el abra y encontrar un vehículo que me pudiera llevar hasta Ollataytambo.
Pero esa historia aún no le he contado, queda pendiente.
Anónimo dijo…
, Que tal Rolly!!!
Entre puntos y rayas el viaje fue casi "geométrico", falto una hipotenusa y un cateto y ver por ahí a Pitágoras trazando sus lineas y describiendo el mundo "ideal" en sus formulas lógico matemáticas...
Así es el Perú amigo...Bien por tí Rolly te lo mereces, mereces ver "rayas y puntos" y vivencias que sean el pretexto perfecto para hablar al mundo de nuestro Perú ,aquel Perú que amas con intensidad y que mueve cada fibra de los músculos que envuelven y dan fuerza a tus falanges "benditas" aquellas que te permiten redactar y plasmar la "verdad" del Perú.

Saludos Rolly...

Job Rosales: Marcona Adventure
(Alguna vez compañero de aventuras "de esfuerzos máximos, tú me entiendes)
Qué tal Job,
Alucinas más que yo y hasta has metido a Pitágoras en Explorando... y todo por culpa de la raya y el punto.

Saludos y gracias por tus comentarios...
Anónimo dijo…
Tus puntos + tus rayas no solo sirvieron para narrar sino también para capturarme... en tu lectura.Excelente,estimado Rolly:)
Ana V.
Te capturo pero sin traje a rayas... porque con tantas rayas vamos a terminar enredadísimos.

Saludos,

Entradas más populares de este blog

Fiesta en Andamarca

Yaku Raimi Cuando las aguas están de Fiesta Texto: Rolly Valdiva Chávez Del polvo del archivo rescatamos una crónica sobre la fiesta del agua en Andamarca, que publicamos originalmente en septiembre de 1999 en La Última Página del diario oficial El Peruano. El texto rescata las costumbres de una celebración que se mantiene vigente en esta pequeña comunidad ayacuchana, conocida como la "capital de los Rucanas" (un aguerrido pueblo preincaico) y la "ciudad de los andenes", por la proliferación de terrezas cultivables esculpidas en los cerros por los ingenieros andinos. Al publicar esta nota, Explorando Perú quiere brindar un homenaje a los esforzados comuneros andamarquinos, quienes hasta en las épocas de mayor violencia política, siguieron respetando sus viejas costumbres, perpetuando una tradición de siglos. Fiesta de comuneros. Revolotear de trenzas y polle­ras. Oleadas de chicha de jora y calentito. Zapateo interminable. Pueblo con­quistado por un batallón de mági

Oxamarca: una historia entre la niebla

Explorando sale del letargo o de su agonía -usted escoja el término que más le guste- con esta crónica en la que el autor relata su visita a Chocta, un complejo arqueológico del distrito de Oxamarca (Celendín, Cajamarca) que está cubierto por las brumas del olvido y la indiferencia. Estamos de vuelta, una vez más. Pasará . Es difícil saber si lo dicen por convicción o si se trata tan solo de un amistoso engaño, de esos que suelen acompañarse con una sonrisa condescendiente y un par de palmaditas en el hombro, aunque en este momento de niebla y frío, de lluvia indecisa y sol opaco, nadie se acerca con ansias de brindar consuelo; entonces, surge la duda: y si ellos realmente lo creen. Esperar . Es lo único que queda. Tal vez, como afirman los que nacieron aquí, el mal momento pasará, más temprano que tarde pasará, entonces, todo será igual que en las jornadas anteriores -despejadas, brillantes, luminosas-, ideales para descubrir, tras las espinosas marañas del verdor, los mur

Los Toreros de Aquia

Los primeros días de octubre, el pueblo de Aquia (provincia de Bolognesi, Ancash) celebra la fiesta de su patrón San Miguel Arcángel. Procesiones, corridas de toros y hasta la captura del Inca Atahualpa, son algunas de las costumbres y estampas folclóricas que año a año se repiten en esta generosa tierra de altura. Hace algunos años, cubrí la festividad para el Diario Oficial El Peruano ( www.editoraperu.com ). La siguiente es una de las crónicas inspiradas en aquel viaje. No hay matadores vestidos de luces ni banderilleros de fintas elegantes. Quizás nunca los habrá, porque la plaza de toros no es una plaza de toros, es el patio de la escuela de lunes a viernes y el estadio del pueblo los fines de semana. Eso lo saben todos en Aquia... ¡bah!, pero no importa, igual, siempre hay corrida en honor a San Miguel Arcángel, aunque nunca falta una víctima de los mazazos de embriaguez del "chinguirito", la chicha y la cerveza, que grita gol en lugar de olé y pide penal cada vez que