Volví a la reserva nacional de Paracas. Desde hace mucho quería reencontrarme con esa tierra yerma, con ese mar pródigo. Pero no me animaba, lo postergaba, siempre lo dejaba para la próxima.
Quizás, pienso ahora, una parte de mí no quería retornar, como si quisiera aferrarme al recuerdo de aquellas travesías anteriores, cuando la Catedral -esa formación natural que se convirtió en el símbolo de la reserva- aún estaba intacta, soberbia, sencillamente imponente.
Pero esa imagen desapareció para siempre en agosto del 2007, cuando la tierra tembló con furia en Pisco, destruyendo vidas y sueños, pueblos y ciudades, también la vistosa Catedral de Paracas.
La imagen actual no concuerda con las de mis añoranzas. Y sentí nostalgia. Era el mismo mar, el mismo desierto, el mismo sol que calienta con furia, pero, en el fondo, nada era igual.
Faltaba la Catedral, aquella que el océano y el viento esculpieron con paciencia infinita; aquella que la enjundia telúrica desapareció para siempre en un puñado de segundos devastadores.
Paracas no ha dejado de ser un lugar precioso; pero, igual, le seré fiel a mis recuerdos y, cada vez que vuelva, creeré o trataré de creer que la Catedral se mantiene intacta e imponente.
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Comentarios
bueno te lo paso
http://www.youtube.com/watch?v=CoEj8yOQ4pI
r.v.ch.