No es fácil llegar hasta ti. Estás lejos, muy lejos para un caminante con más entusiasmo que energías, con más ganas que físico, con más temores que certezas.
¿Llegaré?, te preguntas en la víspera de la partida, cuando conversas con los pobladores de Cachora (Abancay, Apurímac): un profesor retirado, un comunero que ofrece vasitos de chicha, una mujer que sale del templo y te da la bienvenida.
¿Llegaré?, vuelves a preguntarte al partir en una madrugada de niebla, al escuchar a la señora que te increpa por no alquilar una mula. "No vas a poder", dice y te desanima y estás a punto de creerle.
Tal vez tiene la razón. Quizás 60 kilómetros (ida y vuelta) son demasiados para ti, un caminante de pasos inciertos, de pasos acalambrados, de pasos que casi siempre se convierten en ampollas.
Y seguiste dudando en las subidas a Santa Rosa -cuando creías que era imposible avanzar un metro más- y a Marampata -donde pensabas que el camino era injusto contigo por ser tan largo y no tener fin- y en el campamento del Instituto Nacional de Cultura (INC), tan cerca, tan lejos a Choquequirao, la Cuna de Oro, el último refugio de Manco II, el inca rebelde, el hijo del sol que luchó contra los españoles
Y tus dudas empiezan a convertirse en certezas en una noche sin sueño, de insomnio, de dolor en las rodillas; en un mediodía de sol taladrante y sin sombras que te tortura, te hiere, te consume; en el zigzag empinado que conduce a Capuliyoc, un abra de vientos encrespados y visiones fabulosas.
¿Llegaré? te lo preguntaste tantas veces en esos cuatro días de andar agotador, y cansancio tenaz; pero, también, de admiración de una geografía maravillosa: los andes, la amazonía, el cauce encañonado del Apurímac; de descubrimiento de una joya prehispánica: recintos de piedra, andenerías, colcas y plazas; de encuentro fraternal con hermanos comuneros y viajeros trotamundos.
Así, entre la fatiga y la contemplación, fuiste y volviste de Choquequirao, preguntándote en cada momento y hasta el último paso si es que llegarías.
Y lo hiciste y lo disfrutaste muchísimo y te sentiste un gran aventurero, tanto, que piensas retornar. ¿Llegarás?...
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Gracias por el comentario,
r.v.ch.