Cine sobre ruedas
Una viejísima película de Cantinflas –grabada de la televisión- y una copia pirata de los pequeños karatecas, fueron los primeros filmes que vi en un bus interprovincial. Eso ocurrió en mis años de universitario, cuando con un grupo de compañeros decidimos pasar la Semana Santa en Tarma, aunque para ser honestos nuestras intenciones no eran nada santas, más bien malvadas, casi demoníacas.
La novedad mató el aburrimiento del viaje nocturno y, de paso, entretuvo el serpenteante ascenso hasta el altísimo Ticlio (4818 m.s.n.m), abra temida y respetada en la que más de un viajero bisoño o experimentado ha sentido mareos, vértigos y náuseas, síntomas inequívocos del soroche (mal de altura).
Desde aquella travesía precursora en los primeros años de la década del 90’, he recorrido miles de kilómetros viendo sin ver a indestructibles mastodontes yanquis que salvan al mundo de las amenazas terroristas (léase árabes), a extraterrestres afanados en conquistar la tierra y a policías implacables que destruyen media ciudad para atrapar a perversos delincuentes, casi siempre negros, casi siempre latinos.
La cartelera sobre ruedas no está libre de comedias cursis o tontas, a veces hasta lacrimógenas; de aburridísimos festivales de dibujos animados, desde los empalagosos personajes de Disney hasta Pokemón que, alguna vez, tuve la “suerte” de mirar en la ida y la vuelta del mismo periplo aventurero.
Algunos clásicos de los caminos –al menos en mi experiencia personal- son: Retroceder Nunca Rendirse Jamás, Legalmente Rubia I y II, el Padre de la Novia, el Rey León, la Era del Hielo, Miss Simpatía, Yo Robot, Mac Quaid El Lobo Solitario, Rambo y Terminator, entre otras "joyas" cinematográficas de nombres olvidados, pero que tenían como protagonistas a Jackie Chang, Steve Segal y Jean Claude Van Dame.
Eso sí, nunca más volví a ver a los Pequeños Karatecas, pero a Cantinflas lo reencontré en un agotador trayecto al Cusco. Debo de admitir que su reaparición fue bienvenida, porque hasta ese momento el periplo se había convertido en una martirizante maratón de regeeton, debido a la vil complicidad entre la terramoza y un grupo de escolares en viaje de promoción.
Para bien o mal, las películas se han convertido en divertidas (casi nunca) e insufribles (casi siempre) compañeras de aventuras; aunque la mayoría de las veces, es preferible mirar a través de la ventana y obsevar al Perú en movimiento. Sin duda un excelente filme.
Una viejísima película de Cantinflas –grabada de la televisión- y una copia pirata de los pequeños karatecas, fueron los primeros filmes que vi en un bus interprovincial. Eso ocurrió en mis años de universitario, cuando con un grupo de compañeros decidimos pasar la Semana Santa en Tarma, aunque para ser honestos nuestras intenciones no eran nada santas, más bien malvadas, casi demoníacas.
La novedad mató el aburrimiento del viaje nocturno y, de paso, entretuvo el serpenteante ascenso hasta el altísimo Ticlio (4818 m.s.n.m), abra temida y respetada en la que más de un viajero bisoño o experimentado ha sentido mareos, vértigos y náuseas, síntomas inequívocos del soroche (mal de altura).
Desde aquella travesía precursora en los primeros años de la década del 90’, he recorrido miles de kilómetros viendo sin ver a indestructibles mastodontes yanquis que salvan al mundo de las amenazas terroristas (léase árabes), a extraterrestres afanados en conquistar la tierra y a policías implacables que destruyen media ciudad para atrapar a perversos delincuentes, casi siempre negros, casi siempre latinos.
La cartelera sobre ruedas no está libre de comedias cursis o tontas, a veces hasta lacrimógenas; de aburridísimos festivales de dibujos animados, desde los empalagosos personajes de Disney hasta Pokemón que, alguna vez, tuve la “suerte” de mirar en la ida y la vuelta del mismo periplo aventurero.
Algunos clásicos de los caminos –al menos en mi experiencia personal- son: Retroceder Nunca Rendirse Jamás, Legalmente Rubia I y II, el Padre de la Novia, el Rey León, la Era del Hielo, Miss Simpatía, Yo Robot, Mac Quaid El Lobo Solitario, Rambo y Terminator, entre otras "joyas" cinematográficas de nombres olvidados, pero que tenían como protagonistas a Jackie Chang, Steve Segal y Jean Claude Van Dame.
Eso sí, nunca más volví a ver a los Pequeños Karatecas, pero a Cantinflas lo reencontré en un agotador trayecto al Cusco. Debo de admitir que su reaparición fue bienvenida, porque hasta ese momento el periplo se había convertido en una martirizante maratón de regeeton, debido a la vil complicidad entre la terramoza y un grupo de escolares en viaje de promoción.
Para bien o mal, las películas se han convertido en divertidas (casi nunca) e insufribles (casi siempre) compañeras de aventuras; aunque la mayoría de las veces, es preferible mirar a través de la ventana y obsevar al Perú en movimiento. Sin duda un excelente filme.
Comentarios
Lo interesante es que las peliculas por lo general se dividen en a) "de accion", para el publico masculino, o b) infantiles. Rara vez se pueden ver dramas o peliculas de terror (bueno, a veces te dan alguna con mucha sangre).
Acabo de leer el post que me recomiendas. Veo que mi "sufrimiento" es compartido por muchos viajeros.
Ya vendrá un post sobre la música que se escucha en los ómnibus. Esa es otra historia, bastante tortuosa para los oídos.