Del Castillo el cachascanista
Donde el autor se disfraza de editorialista y, recontra asadazo, mete su cuchara en la actualidad nacional.
Como si se tratara de una película de bajo presupuesto o un espectáculo de cachascán, el gobierno pretende llevar todos los conflictos sociales a una pelea entre buenos y malos, entre técnicos y rudos, entre patriotas que aman la libertad y apátridas renegados.
No hay más. Así de simple, facilito y sin entrar en disquisiciones mayores, total, con ese argumento basta y sobra para que amplios sectores de la prensa apoyen con fervor al presidente de la República y despedacen a los “malos” de turno con sus plumas viperinas o su verbo cáustico.
Todo sea por la democracia, el estado de derecho y la libre competencia. Y es por eso que Aldo Mariátegui ha olvidado su odio visceral al partido que alguna vez fue de Haya de la Torre, y ahora escribe –con pañuelo en mano y la marsellesa aprista como música de fondo- cenagosas editoriales en contra de los enemigos del país.
Y es por eso, también, que todas las noches desde su Ventana en la Casa del Pueblo, perdón, desde su Ventana Indiscreta en Frecuencia Latina, “Chichi” Valenzuela trata con delicadeza extrema a los “buenos” -¿vieron su entrevista a Jorge del Castillo?-, aceptando sus argumentos pueriles y justificando cualquiera de sus acciones: legales o ilegales. Eso es lo de menos.
Su defensa del status quo es tan ciega y ardorosa, que no saldrá ni a la ventana de su casa para pedir la reapertura de radio Orión de Pisco ni espetará su famoso uyuyuy de alerta o indignación, si le pasara lo mismo a la emisora piurana Cutivalú.
Y pensar que la periodista se rasgó las vestiduras y levantó el puño y protestó encolerizadísima frente a la embajada de Venezuela, por el cierre de RCTV. ¿Dónde quedó la consecuencia?
Por el contrario, “Chichi”, como ocurre con otros “líderes de opinión”, creen o fingen creer a pie juntillas la explicación legal de del Castillo, respecto al cierre de la emisora.
Ahora es conveniente aceptar sin chistar la verdad oficial, amén, oleada y sacramentada, amén, indiscutible e incuestionable, un amén más por si las dudas. En esta coyuntura la ética no sirve de mucho; lo que realmente importa es exterminar a los malos.
Sí, los malos, los retrógrados, los resentidos. Esos que protestan sólo por fastidiar, esos que siempre son manipulados por Sendero Luminoso o Patria Roja o los agentes infiltrados de Chávez o Castro o por cualquier otro comunista nostálgico o los temibles “caviares” de las ONG’S.
En la última semana los “rudos” andan más fieros que nunca y han conseguido que se arme un bochinche en Pisco, que se censure un aviso del gobierno en una radio piurana y se haga una consulta popular en Ayabaca, Pacaipampa y El Carmen de la Frontera (Piura), para saber si la gente está de acuerdo con la explotación minera del proyecto Río Blanco.
Esos hechos han puesto al borde del infarto al “señor gobierno” y a todos sus defensores de oficio; entonces, el premier se pasea por los medios de comunicación y se despacha de lo lindo contra los “verdes” que engañan a los campesinos pobres y los “curitas rojos” que le piden a Dios que la minería no se asiente en la sierra piurana.
Con histrionismo hollywodense, del Castillo pasa de la cólera a la angustia, de la enjundia a la aflicción, de la amenaza al sentimentalismo novelero, cuando dice que las minas ya no dañan el ambiente (¿se habrá enterado que La Oroya es uno de los 10 lugares más contaminados del planeta) y sólo traen progreso y bienestar (habría que preguntárselo a los trabajadores de Casapalca o Marcona).
Pobrecito del Castillo. Es triste escucharlo argumentar que si Majaz no ingresa a Río Blanco, el Perú nunca será como Chile, nunca podrá superarlo (ya lo saben entonces: sólo Majaz salvará al país).
El curtido político asevera, además, que si la mina no entra, centenares de informales lo harán y ahí si que habrá contaminación como ha ocurrido en Tambo Grande (ya lo saben comuneros malcriados, ese será su castigo por andar de levantiscos).
Cuando entenderá el gobierno que la realidad no es blanca ni negra, que los supuestos “buenos” no son santos y los “malos” no son tan perversos como ellos creen. Las crisis tienen matices y no todos los que protestan son enemigos del país ni comunistas recalcitrantes ni masa engañada.
La polarización no conduce a ninguna parte, tampoco la mentira y la satanización de quienes tienen un pensamiento distinto. El Perú no es un programa de Titanes en el Ring ni una película barata. Dejemos a los buenos y malos para los filmes de vaqueros y los espectáculos de lucha libre.
En caso contrario, que Alan se enfunde de una buena vez la máscara del Santo, y del Castillo rete a duelo a los alcaldes de la sierra de Piura... sí, la "Chichi" sería una excelente madrina.
Donde el autor se disfraza de editorialista y, recontra asadazo, mete su cuchara en la actualidad nacional.
Como si se tratara de una película de bajo presupuesto o un espectáculo de cachascán, el gobierno pretende llevar todos los conflictos sociales a una pelea entre buenos y malos, entre técnicos y rudos, entre patriotas que aman la libertad y apátridas renegados.
No hay más. Así de simple, facilito y sin entrar en disquisiciones mayores, total, con ese argumento basta y sobra para que amplios sectores de la prensa apoyen con fervor al presidente de la República y despedacen a los “malos” de turno con sus plumas viperinas o su verbo cáustico.
Todo sea por la democracia, el estado de derecho y la libre competencia. Y es por eso que Aldo Mariátegui ha olvidado su odio visceral al partido que alguna vez fue de Haya de la Torre, y ahora escribe –con pañuelo en mano y la marsellesa aprista como música de fondo- cenagosas editoriales en contra de los enemigos del país.
Y es por eso, también, que todas las noches desde su Ventana en la Casa del Pueblo, perdón, desde su Ventana Indiscreta en Frecuencia Latina, “Chichi” Valenzuela trata con delicadeza extrema a los “buenos” -¿vieron su entrevista a Jorge del Castillo?-, aceptando sus argumentos pueriles y justificando cualquiera de sus acciones: legales o ilegales. Eso es lo de menos.
Su defensa del status quo es tan ciega y ardorosa, que no saldrá ni a la ventana de su casa para pedir la reapertura de radio Orión de Pisco ni espetará su famoso uyuyuy de alerta o indignación, si le pasara lo mismo a la emisora piurana Cutivalú.
Y pensar que la periodista se rasgó las vestiduras y levantó el puño y protestó encolerizadísima frente a la embajada de Venezuela, por el cierre de RCTV. ¿Dónde quedó la consecuencia?
Por el contrario, “Chichi”, como ocurre con otros “líderes de opinión”, creen o fingen creer a pie juntillas la explicación legal de del Castillo, respecto al cierre de la emisora.
Ahora es conveniente aceptar sin chistar la verdad oficial, amén, oleada y sacramentada, amén, indiscutible e incuestionable, un amén más por si las dudas. En esta coyuntura la ética no sirve de mucho; lo que realmente importa es exterminar a los malos.
Sí, los malos, los retrógrados, los resentidos. Esos que protestan sólo por fastidiar, esos que siempre son manipulados por Sendero Luminoso o Patria Roja o los agentes infiltrados de Chávez o Castro o por cualquier otro comunista nostálgico o los temibles “caviares” de las ONG’S.
En la última semana los “rudos” andan más fieros que nunca y han conseguido que se arme un bochinche en Pisco, que se censure un aviso del gobierno en una radio piurana y se haga una consulta popular en Ayabaca, Pacaipampa y El Carmen de la Frontera (Piura), para saber si la gente está de acuerdo con la explotación minera del proyecto Río Blanco.
Esos hechos han puesto al borde del infarto al “señor gobierno” y a todos sus defensores de oficio; entonces, el premier se pasea por los medios de comunicación y se despacha de lo lindo contra los “verdes” que engañan a los campesinos pobres y los “curitas rojos” que le piden a Dios que la minería no se asiente en la sierra piurana.
Con histrionismo hollywodense, del Castillo pasa de la cólera a la angustia, de la enjundia a la aflicción, de la amenaza al sentimentalismo novelero, cuando dice que las minas ya no dañan el ambiente (¿se habrá enterado que La Oroya es uno de los 10 lugares más contaminados del planeta) y sólo traen progreso y bienestar (habría que preguntárselo a los trabajadores de Casapalca o Marcona).
Pobrecito del Castillo. Es triste escucharlo argumentar que si Majaz no ingresa a Río Blanco, el Perú nunca será como Chile, nunca podrá superarlo (ya lo saben entonces: sólo Majaz salvará al país).
El curtido político asevera, además, que si la mina no entra, centenares de informales lo harán y ahí si que habrá contaminación como ha ocurrido en Tambo Grande (ya lo saben comuneros malcriados, ese será su castigo por andar de levantiscos).
Cuando entenderá el gobierno que la realidad no es blanca ni negra, que los supuestos “buenos” no son santos y los “malos” no son tan perversos como ellos creen. Las crisis tienen matices y no todos los que protestan son enemigos del país ni comunistas recalcitrantes ni masa engañada.
La polarización no conduce a ninguna parte, tampoco la mentira y la satanización de quienes tienen un pensamiento distinto. El Perú no es un programa de Titanes en el Ring ni una película barata. Dejemos a los buenos y malos para los filmes de vaqueros y los espectáculos de lucha libre.
En caso contrario, que Alan se enfunde de una buena vez la máscara del Santo, y del Castillo rete a duelo a los alcaldes de la sierra de Piura... sí, la "Chichi" sería una excelente madrina.
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