Al caer la tarde, un sandborista pretende volar en el oasis de la Huacachina. En su intento, levanta una estela de arena que desaparece en las dunas doradas y turgentes... Sí, eso es lo que quería o debía escribir hoy, pero, al volver a Lima, la voz atiplada, dolorosa, desgarrada de un corresponsal radial, informaba sobre un violento terremoto en la selva norte del Perú.
Eran las 11 de la noche. Ya había pasado más de dos horas del movimiento telúrico, pero recién me enteraba de la ingrata noticia. La tierra había desatado su furia, especialmente, sobre el pueblo de Lamas, y las ciudades de Moyobamba y Tarapoto, en la región San Martín.
Y aunque el sismo se había sentido hasta Ica, el movimiento rutinario del bus en el que volvía a Lima, atenuó el remezón.
No sentí nada, como si lo sintieron los miles de habitantes de esas ciudades, pintorescas, acogedoras, más de una vez visitadas, que vivieron, quizás, los segundos más largos de su vida; entonces, pienso en la angustia de los quechuas lamistas, descendientes de los chancas que escaparon de la persecución Inca. Ellos se quedaron para siempre en este rinconcito de la ceja de selva.
Los lamistas son una étnia antigua. Algunos dudan de su origen chanca, más bien creen que son herederos de los shashapuyos, el pueblo que construyó la magnífica fortaleza de Kuélap...
Ahora pienso en ellos, en sus costumbres, en su fiesta en honor a Santa Rosa de Lima, en sus casas de adobe sin ventanas para impedir el ingreso de los malos espíritus. En este pueblo humilde y sencillo, se han producido los mayores daños.
Explorando Perú expresa su solidaridad con nuestros hermanos de Lamas y la Selva Norte. Estamos con ellos, como ellos estuvieron con nosotros todas las veces que pisamos su tierra. Ojalá que la pachamama no vuelva a temblar y que los descendientes de los ¿chancas?, los ¿shasapuyos? vuelvan a reconstruir sus viviendas con o sin ventanas. Sin malos espíritus.
Más información del sismo: www.elcomercioperu.com
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