Mucho se ha escrito sobre la mujer peruana. Inteligentes, abnegadas, lúcidas, trabajadoras, solidarias, en fin, un rosario de adjetivos que resaltan sus cualidades y virtudes; ah, claro, también se ha verseado sobre su belleza y zalamería...
Como no hacerlo cuando en la plaza de Armas de Trujillo, el lente de tu cámara se enamora de una linda bailarina de marinera, la danza nacional del Perú.

El flechazo se repite en las alturas ancashinas de Corongo. Fascinación al retratar a las pallas, esas damas de belleza legendaria que, según la tradición, salvaron de la muerte a los hombres de su tierra, al calmar la cólera implacable del Inca con las elegantes evoluciones de su danza.
Con sonrisas y palabras tiernas, ella se da maña para convencer a sus clientes, turistas de todos los continentes que visitan su pequeño mundo de totora en el grandioso lago Titicaca.
A pesar de las dificultades, la pobreza, la exclusión y la violencia insensata de algunos cobardes que se ufanan de su supuesta hombría, la mujer peruana -aquella que casi siempre recibe con ternura a los viajeros- no deja de luchar. Lo hace por ella, por el futuro de sus hijos, por el futuro del país.
Feliz día...
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! Q VIVAN LAS MUJERES !