Castigados. Unos por revoltosos, resentidos y comunistas; otros por timoratos y refugiarse en el silencio cómplice. Nadie está libre de culpa ni de pecado en el Cusco. Todos son dignos del berrinche y la ira gubernamental. Todos merecían un jalón de orejas y un certero coscorrón, para que aprendan de una buena vez que no se debe andar de levantiscos, cuando el país crece, progresa, va viento en popa. Bajo esa perspectiva, los justos y los pecadores, los agitadores y los pacifistas, los que bloquean las carreteras y quienes sacan las piedras, fueron metidos en un mismo saco. Y así como Dios castigó a Sodoma y Gomorra, Alan García Pérez –que a veces se cree un ser supremo- decidió escarmentar a la Ciudad Imperial, quitándole la posibilidad de ser la Subsede de la Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico. La decisión fue anunciada ayer por el ministro de Defensa Antero Flores-Aráoz, quien aprovechó la oportunidad para hacer méritos con “su señor presidente”. Sólo así se pue...