Dentro de unas horar partiré. Iré hasta Puerto Lomas (Arequipa) para caminar a la bahía de San Fernando, en Marcona (Ica). Son muchos kilómetros que andaré por la costa. Más de 50 menos de 100, aún no lo sé. Mi única certeza es que estaré con la mochila en la espalda y los rayos del sol taladrando mi cabeza.
Sentiré calor y sed. Me cansaré. Probablemente me duela la rodilla y me den calambres. Sí, dormiré poco y caminaré mucho y cuando sienta que no puede dar un paso más, me preguntaré qué diablos hago aquí. Así, renegando, desfalleciendo, disfrutando, seguiré al ladito del Pacífico, con terquedad y obstinación, hasta llegar a mi destino.
Me voy pero volveré, como siempre, para contar mi travesía. No sé si la leerán muchas personas, sólo sé que quedará como un testimonio imperecedero de mi andar por los caminos del Perú. Con eso me basta para seguir viajando. Al menos por ahora.
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