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Con atraso también vale

Hace unas semanas -varias, muchas, quizás demasiadas- viajé hasta Pomabamba y Piscobamba (Áncash), para traerle a los lectores de Explorando, la historia escrita por los pasos presurosos y acrobáticos de decenas de chasquis, en los caminos agotadores, exigentes y a veces atemorizantes de su tierra, el Callejón de Conchucos.

Pero este vez he sido un pésimo mensajero. Escribí otras historias, publiqué otras imágenes, volví a alejarme de Lima y, al retornar, me tomé los feriados de las fiestas patrias con excesiva seriedad, tanta, que me olvidé de mi clásico mensaje por 28 de julio y de redactar alguna entrada sobre mi aventura en Puerto Inca, en la lejana selva de Huánuco.

Y antes de que los jóvenes mensajeros de Conchucos decidan emprender su marcha a Lima, para apanarme o agarrarme a huaracazos, publicó estas imágenes de la "Karrera de Chaskis" que unió el observatorio de Yaino (alturas de Pomabamba) con la plaza de Armas de Piscobamba. El recorrido superó los 30 kilómetros. Estos se cubrieron en dos jornadas, implantándose un sistema de postas similar al utilizado por los correos del inca.

Las andanzas de los jóvenes competidores de Pomabamba, Piscobamba, Musga, Conopa y Llama, coincidieron con las fiestas patronales de San Juan y de San Pedro y San Pablo. Ellos formaron equipos de 15 integrantes (hombres y mujeres).

Fue una prueba intensa, trepidante y emotiva. Todos lucharon con tenacidad por el triunfo, esforzándose al máximo para dejar en alto el nombre de su pueblo. Al final, la victoria le sonrió al equipo de Llama.

Risas, abrazos, un sinfín de bromas entre los participantes, marcó el colofón de una competencia inédita que, por culpa de este mensajero, parecía condenada al olvido.

*Una crónica sobre la carrera aquí (vea pag 12 y 13)




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