Sombra viajera en el ascenso a Pachatata, cumbre conquistable que permite otear el vivificante verdor de los campos de cultivo de la isla de Amantaní y la sagrada inmensidad del legendario Titicaca, el lago navegable más alto del mundo (3,810 m.s.n.m.).
Conocer el Titicaca y sus islas, es una experiencia cargada de misticismo y energía, también de historia. Aquí, cada rincón, cada surco labrado en la tierra o cada palabra pronunciada en quechua, parece transmitir un mensaje milenariamente profundo.
Amantaní -a 38 kilómetros del puerto lacustre de Puno- es, aún, una comunidad solidaria y tradicional que conserva y respeta sus atávicas costumbres. Sus pobladores -tímidamente amables- comparten sus vivencias y sabiduría con los trotamundo cansados de urbanidad que buscan un lugar sosegado y silencioso. Dormido en el tiempo.
Comentarios
Pienso igual que tú. No sé de donde sale el dinero; pero, fuera de bromas, soy un periodista viajero y mi material es publicado en revistas nacionales y extranjeras.
Las publicaciones -mal que bien- financian mis viajes.
Yo tambien quisiera saber como haces los milagros para viajar...
Jejejeje.
Saludos
Sigue pa´delante.
Lastima por los pantanos de Villa.
Nada de milagros. Sólo ganas, harto punche y la solidaridad de la gente del Perú.
Saludos,