Quería escribir, expresarme, nutrir con palabras e imágenes los espacios virtuales de Explorando Perú, pero no había forma de hacerlo. La falta de Internet amordazó mis post y me obligó a refugiarme en el silencio, mientras surcaba las aguas peleadoras del río Tambo, recorría las sendas ancestrales del pueblo ashaninka, o escuchaba voces de leyenda en una noche de misteriosa oscuridad.
Experiencia de verdor en una tierra cercanamente distante: distrito de Río Tambo, provincia de Satipo, región Junín, en la calurosa espesura de la Selva Central… sí, allí donde el monte es una enhiesta cadena de colinas conquistadas por el follaje exuberante y los ríos corren presurosos para entregar sus aguas a los serpenteantes tributarios del Amazonas.
Tanto por contar y escribir. Y es que cada parada en la travesía -¿zarpamos de Puerto Ocopa o Puerto Chata?- cada conversación –me llamo Reunel y soy de la comunidad de Betania, ¿usted conoce?- y hasta cada comida –¿se anima por una chupadora (pez de río)?- se convierte en anécdota, en descubrimiento, en vivencia pura e inigualable, en insumo preciado para la redacción de un post imposible de escribir en el monte no globalizado.
Ahora que estoy en la ciudad trato de revivir con palabras las sensaciones de esos días distintos, aventureros, quizás mágicos; entonces, piensas en la pequeña comunidad de Coriteni Tarzo -olvidada, austera, todavía nostálgica-, en la fabulosa catarata de Koari–distante, seductora, impoluta- y en las piedras resbalosas de ese camino sin nombre –perdido, oculto, tal vez inexistente-.
Voy ordenando los detalles, las historias, recordando a mis compañeros de viaje… y me animo, creo, me convenzo de que sigo en la selva, quizás sea por el resfrío que me traje de souvenir o, tal vez, por las picaduras -aún perdurables- de los atrevidos mosquitos… caray, qué mala suerte, ya no hay más tiempo. El deber me llama (léase trabajo, ¿se vería bien si escribo el mundial?).
Se acaba este post, pero la aventura en Satipo recién comienza...Acompáñenos.
Experiencia de verdor en una tierra cercanamente distante: distrito de Río Tambo, provincia de Satipo, región Junín, en la calurosa espesura de la Selva Central… sí, allí donde el monte es una enhiesta cadena de colinas conquistadas por el follaje exuberante y los ríos corren presurosos para entregar sus aguas a los serpenteantes tributarios del Amazonas.
Tanto por contar y escribir. Y es que cada parada en la travesía -¿zarpamos de Puerto Ocopa o Puerto Chata?- cada conversación –me llamo Reunel y soy de la comunidad de Betania, ¿usted conoce?- y hasta cada comida –¿se anima por una chupadora (pez de río)?- se convierte en anécdota, en descubrimiento, en vivencia pura e inigualable, en insumo preciado para la redacción de un post imposible de escribir en el monte no globalizado.
Ahora que estoy en la ciudad trato de revivir con palabras las sensaciones de esos días distintos, aventureros, quizás mágicos; entonces, piensas en la pequeña comunidad de Coriteni Tarzo -olvidada, austera, todavía nostálgica-, en la fabulosa catarata de Koari–distante, seductora, impoluta- y en las piedras resbalosas de ese camino sin nombre –perdido, oculto, tal vez inexistente-.
Voy ordenando los detalles, las historias, recordando a mis compañeros de viaje… y me animo, creo, me convenzo de que sigo en la selva, quizás sea por el resfrío que me traje de souvenir o, tal vez, por las picaduras -aún perdurables- de los atrevidos mosquitos… caray, qué mala suerte, ya no hay más tiempo. El deber me llama (léase trabajo, ¿se vería bien si escribo el mundial?).
Se acaba este post, pero la aventura en Satipo recién comienza...Acompáñenos.
Comentarios
Pasonqui: Gracias
Espero que pronto nos volvamos a encontrar en la ruta. Cuida bien a las hormigas y, claro, también el videito...
Saludos...
El viaje por la selva recién se inicia. Sigamos en el río, sigamos Explorando el Perú.
Saludos,