Dónde el autor se olvida de los buenos deseos y se despide con encono del año 2007, con la única intención de exorcizar a sus propios demonios.
Adiós 2007. Te despido sin nostalgia y sin alegría porque no fuiste un buen año. En verdad ni siquiera tengo ganas de hacer un balance de tus 12 meses. No quiero pensar en los chispazos de alegría ni en las sonrisas fugaces, tampoco en las frustraciones ni en el panorama tristemente gris que opacaron varios, muchos -quizás demasiados- de tus días.
Al fin te vas, 2007. Nada es eterno ni siquiera tú y tus desdichas, tú y tus tragedias, tú y tu obstinación por arrancarle centenares de vidas al sur del Perú, de enterrar esperanzas y futuros, de sumir en la desesperación y el dolor a miles de nuestros compatriotas, miles de nuestros hermanos.
Muchos se preparan a celebrar tu partida. Te quemarán simbólicamente y harán estallar bombardas y fuegos de artificio. Luego vendrán los abrazos, los buenos deseos, el correr con una maleta en la mano o el comer doce uvas, entre otros rituales en los que no participaré. Esta vez he decidido despedirte en solitario, sin sonrisas ni lágrimas, sin encono ni deseos de venganza.
Te vas y eso es lo único que me importa. No te realzaré ni sentiré añoranza por ti; más bien, desearía borrarte u olvidarte por completo o casi enteramente. Sólo me quedaría con esos momentos -escasos, breves- en los que me sentí pletórico de vida en algún lugar del Perú, lejos de mi fantasmas y soledades urbanas.
Sí, viajando y viviendo, buscando historias, imaginando relatos, perpetuando instantes sin pensar en los recibos vencidos, en los saldos pendientes, en las puertas que te cierran por el delito de querer “cobrar” por tu trabajo, en los amores que no llegan, en los amores que volvieron y se fueron, en la zozobra de andar siempre con las justas y con lo justo... en el temor de gastar porque hay que ahorrar pan para mayo.
Ahora cuando el calendario me muestra su última página; ahora que estoy a pocas horas de arrancarla de una buena vez y para siempre, te puedo decir agonizante 2007, que a pesar de los ardides con los que quisiste sacarme de los caminos y de tu afán por despertarme de mis sueños itinerantes, mis ganas de viajar, escribir y captar miles de imágenes, siguen intactas, invictas, renovadas.
Y son esas ganas las que hoy, 31 de diciembre, me permiten decirte con orgullo que aguante todos tus golpes. No ha sido fácil y te confieso que en más de una ocasión -cuando las decepciones y las penas me tomaban por asalto- pensé que podías derrotarme.
Sin embargo resistí. Me mantengo en la ruta de mis anhelos. Estoy dolido y maltrecho, es cierto, pero porfiaré en mi decisión inquebrantable de continuar viajando, pase lo que pase y vengan como vengan los días y semanas del año que pronto empezará.
Te gané 2007; prepárate 2008... no la tendrás fácil conmigo si pretendes alejarme de los caminos.
*Más allá de sus lamentos, el autor les desea a sus lectores frecuentes y ocasionales, a sus amigos y enemigos, a las señoritas que le hacen caso y a las malvadas que lo rechazan, a quienes les debe unos cuantos soles y a los que le adeudan un montón de dólares y, a todos los que lean este mensaje y no pertenezcan a ninguna de las categorías mencionadas, un próspero, venturoso, inolvidable y viajerísimo 2008.
Adiós 2007. Te despido sin nostalgia y sin alegría porque no fuiste un buen año. En verdad ni siquiera tengo ganas de hacer un balance de tus 12 meses. No quiero pensar en los chispazos de alegría ni en las sonrisas fugaces, tampoco en las frustraciones ni en el panorama tristemente gris que opacaron varios, muchos -quizás demasiados- de tus días.
Al fin te vas, 2007. Nada es eterno ni siquiera tú y tus desdichas, tú y tus tragedias, tú y tu obstinación por arrancarle centenares de vidas al sur del Perú, de enterrar esperanzas y futuros, de sumir en la desesperación y el dolor a miles de nuestros compatriotas, miles de nuestros hermanos.
Muchos se preparan a celebrar tu partida. Te quemarán simbólicamente y harán estallar bombardas y fuegos de artificio. Luego vendrán los abrazos, los buenos deseos, el correr con una maleta en la mano o el comer doce uvas, entre otros rituales en los que no participaré. Esta vez he decidido despedirte en solitario, sin sonrisas ni lágrimas, sin encono ni deseos de venganza.
Te vas y eso es lo único que me importa. No te realzaré ni sentiré añoranza por ti; más bien, desearía borrarte u olvidarte por completo o casi enteramente. Sólo me quedaría con esos momentos -escasos, breves- en los que me sentí pletórico de vida en algún lugar del Perú, lejos de mi fantasmas y soledades urbanas.
Sí, viajando y viviendo, buscando historias, imaginando relatos, perpetuando instantes sin pensar en los recibos vencidos, en los saldos pendientes, en las puertas que te cierran por el delito de querer “cobrar” por tu trabajo, en los amores que no llegan, en los amores que volvieron y se fueron, en la zozobra de andar siempre con las justas y con lo justo... en el temor de gastar porque hay que ahorrar pan para mayo.
Ahora cuando el calendario me muestra su última página; ahora que estoy a pocas horas de arrancarla de una buena vez y para siempre, te puedo decir agonizante 2007, que a pesar de los ardides con los que quisiste sacarme de los caminos y de tu afán por despertarme de mis sueños itinerantes, mis ganas de viajar, escribir y captar miles de imágenes, siguen intactas, invictas, renovadas.
Y son esas ganas las que hoy, 31 de diciembre, me permiten decirte con orgullo que aguante todos tus golpes. No ha sido fácil y te confieso que en más de una ocasión -cuando las decepciones y las penas me tomaban por asalto- pensé que podías derrotarme.
Sin embargo resistí. Me mantengo en la ruta de mis anhelos. Estoy dolido y maltrecho, es cierto, pero porfiaré en mi decisión inquebrantable de continuar viajando, pase lo que pase y vengan como vengan los días y semanas del año que pronto empezará.
Te gané 2007; prepárate 2008... no la tendrás fácil conmigo si pretendes alejarme de los caminos.
*Más allá de sus lamentos, el autor les desea a sus lectores frecuentes y ocasionales, a sus amigos y enemigos, a las señoritas que le hacen caso y a las malvadas que lo rechazan, a quienes les debe unos cuantos soles y a los que le adeudan un montón de dólares y, a todos los que lean este mensaje y no pertenezcan a ninguna de las categorías mencionadas, un próspero, venturoso, inolvidable y viajerísimo 2008.
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