Los Misterios de las Tijeras
Hace varios años –quizás en el 99, tal vez en el 2000- Qori Sisicha (La Hormiguita de Oro), me contó una historia de connotaciones mágicas sobre un danzante que se escurría entre los estrechos agujeros de un arpa, durante las pruebas de valor o pasta del atipanakuy, el duelo entre los maestros de las tijeras.
¿Usted me está engañando?, o algo así le dije en tono de broma. Él no se molesto, sólo me miro con ojos de profundidad y certeza.
Ahora no recuerdo bien lo que me contestó, sólo recuerdo que le creí; como le volví a creer en esta entrevista realizada en la grisácea Lima, durante la preparación de un artículo sobre la Danzas de Tijeras, para la revista Rolling’s Stone Cono Norte.
En ambas ocasiones todo comenzó con una inocente pregunta:
-¿Cuál es la prueba que a usted lo ha impresionado más?
Recuerdo una en la zona de Huamanga. Era un maestro viejo, tendría unos 60 o 65 años, vino, muy delgadito, bailó la danza y luego se acercó al arpa y como las arpas tienen dos huecos, se metió por ahí y salió por el otro. Se metió como una culebra, así… Eso comúnmente no lo puede hacer una persona.
-¿Pero el hueco del arpa es bastante pequeño?
Claro, no entra ni la cabeza del danzante.
-Entonces ¿cómo lo hizo?, ¿hay alguna explicación?
Nosotros que conocemos el mundo oculto no soltamos nuestros secretos así nomás. Para mí este maestro conocía bastante. Por eso es que me impresionó. Otra cosa es que se pongan un sable, eso es común; pero hacer lo que hizo ese maestro lo veo bien difícil.
-¿Cómo aprenden las pruebas de valor o pastas?
Desde 1930, en la zona de Huancavelica, se comienza a recrear a los fakires. Ahí empezaron las pruebas. En realidad, la danza de tijeras en su contexto, no se centra en las pruebas.
Hoy por hoy se está destrozando la danza porque los jóvenes no conocen la otra parte (la ritual). Este es un problema delicado, porque los ejecutantes que están acá, en Lima, no conocen, son hijos de emigrantes y ellos simplemente ven la televisión, escuchan la radio, un disco y están ensayando.
No están conociendo la fuente en sí ni su contexto, entonces qué hacen: agarrar un sable y atravesárselo,
-Entonces ¿antes no habían pruebas de valor?
Sí, anteriormente hacíamos las pastas, pero no con esas cosas. Hacíamos la parte mágica, por ejemplo, jugar con la inercia. Por decirte, subíamos a la cima de la torre, poníamos una cuerda y caminábamos por la cuerda bailando con las tijeras; o, por ejemplo, agarrábamos dos calabazas, las colocábamos en el centro de la plaza y, cuando las señalábamos con las tijeras, estas calabazas se destrozaban por si solas.
También hacernos un daño como cargar cuatro barretas en la espalda o poner un huevo encima del arpa y que empiecen a romperse, abrirse y salir pollitos. Esas cosas se hacían pero no lo otro: comer sables, meterse cosas. Eso no.
-¿Ha hecho alguna de esas pruebas “nuevas”?
No, generalmente nunca he trabajado así, porque a mí los mayores me han dicho que hay que cuidar la danza en su contexto. Si yo hago eso, estoy invadiendo un espacio que no es el mío.
-¿Estas pruebas son una distorsión de la danza?
Sí, porque antes se jugaba más con todo lo que es de la naturaleza, por ejemplo, las espinas. Uno está educado dentro de la danza para no sentir el dolor, entonces una persona te tira desde lejos una espina, te cae y no pasa nada, sigue igual. Ni sangras. Cosas así. Todo es un dominio de la mente, es una preparación, pero, en los otros casos, es sólo una recreación de una costumbre foránea.
Lo que ocurre ahora es una deformación pues. Nosotros andamos cuidando esas cosas porque es nuestra responsabilidad. Si no la cuidamos nosotros, quien la va a cuidar.
-¿Cuál es la comunidad más exigente?
He andado en casi toda la provincia de Lucanas. Hay muchos lugares: Sucre, Querobamba, Puquio, Chilques, San Cristóbal, aquí no te dejan descansar, la gente es bastante exigente y la fiesta dura 7 días y 7 noche y hay que bailar. Tu periodo de descanso será media hora, una hora máximo, pero hay que seguir bailando.
-¿De dónde sacan tantas fuerzas para seguir bailando?
Por eso el danzante debe de prepararse. Si no puede hacerlo no es un buen danzante. Ahí solo van los danzantes que conocen todas las secuencias de la danza. No conozco jóvenes que hayan ido ahí.
-¿Por qué la danza de tijeras tiene tanto éxito fuera del Perú?
Particularmente y luego de haber visto representaciones artísticas de 90 países, me he dado cuenta que esta manifestación tiene un aura muy mística dentro de su forma de expresión, en los pasos, en la propia música. En la mirada.
Es ceremoniosa, no tan rápida ni tan lenta, sino un término medio. Cada paso que se da no deja de conjugar con el ritmo de la música, cada movimiento que se da es un movimiento que se hace para la tierra, el lago, el apu, al sol.
-¿Sigue acercándose a la tierra, al apu, para pedirle permiso cuando baila?
Cada año tengo que ir, sino no estaría siguiendo en esta tarea.
-¿Usted no es cristiano?
He sido cristiano por mi mamá, pero me doy cuenta que cuando uno va conociendo más su verdad, es otra cosa. Yo respeto el catolicismo, entiendo que lo sucedido es parte de la historia, pero acá estamos presentes nosotros, nuestras almas, nuestras vidas siguen fuertes.
En este aspecto más me voy hacia la profundidad, hacia los apus, hacia los wamanis. Todos los pueblos tienen su apu, en el caso de mi pueblo es apu Chunta es el protector de la zona de San Antonio, ahí fui a hacer la entrega.
-¿Cómo nació la danza?
Hay varias versiones. Hasta cuatro o cinco. Los maestros viejos hablan una y otra cosa, también los investigadores académicos. En ese aspecto hay cosas que poner en claro, sin ánimo de revanchismo con la parte académica, pero el problema de sus análisis de su investigación, desde mi punto de vista, es que no pueden expresar algo que no sienten, simplemente lo miran como una parte de estudio.
El acercamiento más cercano de los investigadores, es el de Luis Millones cuando plantea que surge del movimiento Taqui Onkoy (enfermedad de la danza). Hay algunas cosas rescatables, otras no.
En esa época el movimiento Taqui Onkoy era otra cosa, no era de danzantes, era un movimiento de rebeldía. Las tijeras, el acero, no las conocíamos en la época del inca. Hay que tener bien en claro eso.
Por otro lado, la denominación Danzante de Tijeras es reciente, estamos hablando de 40 años y fue José María Arguedas quien planteó esto. La denominación varía, en Ayacucho son danza’q, galas en Huancavelica; en Apurímac sajras o huanaquillos, en Cotahuasi y La Unión en Arequipa son los villanos.
Sobre las raíces de la danza hay muchas cosas en discusión, porque nuestros viejos o nuestro mayores siempre han dicho que no se conocía el acero, sino el haqtirumi, que son las piedras alargadas de los ríos, con esas se hacía música; tampoco se conocía el arpa ni el violín que acompaña al danzante, sino el tojro, un instrumento que ha desaparecido y el pinkullo.
Hay una versión de que esto nace del zorrillo. En la época de febrero -y esto se da comúnmente-, los zorrinos bailan, agarran la bosta de la vaca, se la ponen como sombrero y comienzan a hacer sonar sus dientes. Ellos bailan agarrándose de las manos (patas). Dan vueltas y vueltas y uno entra y sale y entra otro, como si fuera una competencia. Hay versiones que dicen que por ahí nació la danza de tijeras.
-¿Esa es la única versión de los mayores?
No, otra versión recogida en la zona de Parinacochas es la del niño leñador. Dicen que había un niño que era hijo de una madre soltera que iba a recoger leña a un lugar que es el río Huanca Huanca Apumay. Repentinamente, en la orilla del río aparece un niño misterioso que empieza a bailar unos pasos encima de la piedra.
Los niños se hacen amigos y cada vez que él iba a la leña volvían a danzar. Hasta que un día le dijo sabes qué, a partir de ahora no quiero que comas sal, en tu alimento no debes comer sal, toma agua todo lo que quieras, pero no sal, porque eso puede ser fatal para ti.
Una tarde cuando regresa a la casa de su mamá, ella la había preparado su comida, su saralagua (sopa de maíz) y que ha pasado, este chico le dice mamá no puedo comer y se escapa al lugar donde se encontraba con el otro muchacho y comienzan a bailar otra vez y su mamá va a ver donde está su hijo y lo ve bailando; entonces, el niño misterioso se da cuenta que esta la señora y se avienta al río.
La madre vuelve a casa con su hijo. Este no dejaba de bailar, bailaba, bailaba y de ahí comenzó a proliferar por los pueblos de que había la danza de tijeras.
-¿Hasta que edad puede bailar un danzante, pero bailar bien, como lo exigen en las comunidades?
Generalmente hasta los 60 años, pero hay que saber cuidarse. Si no te cuidas vas a termina de acá a mañana.
-¿Cuántos años tiene usted?
Tengo 43. Todavía hay para rato
-¿Qué siente usted cuándo baila?
Yo le bailo a mi apu, al pueblo. Cuando estoy ejecutando la danza estoy pensando en ñahuinpuquio que es el agua, en mis chacras, en mi gente, para ellos estoy bailando yo. Me siento como si fuera uno de ellos.
-¿Alguna vez ha sentido que se le iban las fuerzas en una larga jornada de baile?
No, por el contrario, mientras más constante es, te sientes más capaz. Si dejas de bailar ahí pierdes espacio.
-¿Se necesita una alimentación especial para ser danzante?
En las competencias generalmente se come saralagua, sopa de maíz molido -no es el mote- con su haba, a veces con su arveja y con su quesito. A parte de eso, dentro de la secuencia de la danza de Ayacucho hay una que se llama el tipay tipay o wallpa huajay, momento en el que van a morir un montón de gallinas. Solamente el caldito tomas; pero mejor que la gallina es la perdiz que cazan para los danzantes. Esa es una vitalidad fuerte.
-¿La danza de tijeras se ha convertido en un negocio?
Negocio no podría decir. La danza no es negocio. No da dinero, si daría dinero pues estaría con un edificio, como usted (la entrevista se realizó en una oficina en Miraflores). El ejecutante del arte popular o de la cultura viva no está bien protegido o tratado. No hay una ley que lo proteja.
-¿Me imagino que muchos danzantes han abandonado la actividad por problemas económicos?
Por supuesto que sí. Pienso que nuestros hermanos danzantes de tijera tienen que sobrevivir en Lima haciendo actividades aparte de la danza. La migración es tan terrible que un montón de danzantes han dejado sus comunidades.
Son muy pocos los que viven allá, en las comunidades, porque acá hay más trabajo por parte de las instituciones regionales con sede en Lima. Son tan numerosas que cada semana vas a encontrar en 20 sitios bailando a danzantes de tijeras; entonces, faltan danzantes para que vayan a bailar a las comunidades.
-¿En las comunidades los niños tendrán el mismo interés en la danza que usted tuvo?
No creo, los pocos que quedan no se si les estarán enseñando. Cada vez que voy me siento más ausente, es un problema, es el caso del maestro Máximo Damián y de otros que hemos tenido que migrar.
Nuestra preocupación es proteger esta manifestación y es una tremenda responsabilidad; porque la danza tiene historia, tiene 500 años de resistencia, de permanencia. Es la danza peruana más representativa en el mundo y tiene muchas raíces, no es una expresión pasajera.
Hace varios años –quizás en el 99, tal vez en el 2000- Qori Sisicha (La Hormiguita de Oro), me contó una historia de connotaciones mágicas sobre un danzante que se escurría entre los estrechos agujeros de un arpa, durante las pruebas de valor o pasta del atipanakuy, el duelo entre los maestros de las tijeras.
¿Usted me está engañando?, o algo así le dije en tono de broma. Él no se molesto, sólo me miro con ojos de profundidad y certeza.
Ahora no recuerdo bien lo que me contestó, sólo recuerdo que le creí; como le volví a creer en esta entrevista realizada en la grisácea Lima, durante la preparación de un artículo sobre la Danzas de Tijeras, para la revista Rolling’s Stone Cono Norte.
En ambas ocasiones todo comenzó con una inocente pregunta:
-¿Cuál es la prueba que a usted lo ha impresionado más?
Recuerdo una en la zona de Huamanga. Era un maestro viejo, tendría unos 60 o 65 años, vino, muy delgadito, bailó la danza y luego se acercó al arpa y como las arpas tienen dos huecos, se metió por ahí y salió por el otro. Se metió como una culebra, así… Eso comúnmente no lo puede hacer una persona.
-¿Pero el hueco del arpa es bastante pequeño?
Claro, no entra ni la cabeza del danzante.
-Entonces ¿cómo lo hizo?, ¿hay alguna explicación?
Nosotros que conocemos el mundo oculto no soltamos nuestros secretos así nomás. Para mí este maestro conocía bastante. Por eso es que me impresionó. Otra cosa es que se pongan un sable, eso es común; pero hacer lo que hizo ese maestro lo veo bien difícil.
-¿Cómo aprenden las pruebas de valor o pastas?
Desde 1930, en la zona de Huancavelica, se comienza a recrear a los fakires. Ahí empezaron las pruebas. En realidad, la danza de tijeras en su contexto, no se centra en las pruebas.
Hoy por hoy se está destrozando la danza porque los jóvenes no conocen la otra parte (la ritual). Este es un problema delicado, porque los ejecutantes que están acá, en Lima, no conocen, son hijos de emigrantes y ellos simplemente ven la televisión, escuchan la radio, un disco y están ensayando.
No están conociendo la fuente en sí ni su contexto, entonces qué hacen: agarrar un sable y atravesárselo,
-Entonces ¿antes no habían pruebas de valor?
Sí, anteriormente hacíamos las pastas, pero no con esas cosas. Hacíamos la parte mágica, por ejemplo, jugar con la inercia. Por decirte, subíamos a la cima de la torre, poníamos una cuerda y caminábamos por la cuerda bailando con las tijeras; o, por ejemplo, agarrábamos dos calabazas, las colocábamos en el centro de la plaza y, cuando las señalábamos con las tijeras, estas calabazas se destrozaban por si solas.
También hacernos un daño como cargar cuatro barretas en la espalda o poner un huevo encima del arpa y que empiecen a romperse, abrirse y salir pollitos. Esas cosas se hacían pero no lo otro: comer sables, meterse cosas. Eso no.
-¿Ha hecho alguna de esas pruebas “nuevas”?
No, generalmente nunca he trabajado así, porque a mí los mayores me han dicho que hay que cuidar la danza en su contexto. Si yo hago eso, estoy invadiendo un espacio que no es el mío.
-¿Estas pruebas son una distorsión de la danza?
Sí, porque antes se jugaba más con todo lo que es de la naturaleza, por ejemplo, las espinas. Uno está educado dentro de la danza para no sentir el dolor, entonces una persona te tira desde lejos una espina, te cae y no pasa nada, sigue igual. Ni sangras. Cosas así. Todo es un dominio de la mente, es una preparación, pero, en los otros casos, es sólo una recreación de una costumbre foránea.
Lo que ocurre ahora es una deformación pues. Nosotros andamos cuidando esas cosas porque es nuestra responsabilidad. Si no la cuidamos nosotros, quien la va a cuidar.
-¿Cuál es la comunidad más exigente?
He andado en casi toda la provincia de Lucanas. Hay muchos lugares: Sucre, Querobamba, Puquio, Chilques, San Cristóbal, aquí no te dejan descansar, la gente es bastante exigente y la fiesta dura 7 días y 7 noche y hay que bailar. Tu periodo de descanso será media hora, una hora máximo, pero hay que seguir bailando.
-¿De dónde sacan tantas fuerzas para seguir bailando?
Por eso el danzante debe de prepararse. Si no puede hacerlo no es un buen danzante. Ahí solo van los danzantes que conocen todas las secuencias de la danza. No conozco jóvenes que hayan ido ahí.
-¿Por qué la danza de tijeras tiene tanto éxito fuera del Perú?
Particularmente y luego de haber visto representaciones artísticas de 90 países, me he dado cuenta que esta manifestación tiene un aura muy mística dentro de su forma de expresión, en los pasos, en la propia música. En la mirada.
Es ceremoniosa, no tan rápida ni tan lenta, sino un término medio. Cada paso que se da no deja de conjugar con el ritmo de la música, cada movimiento que se da es un movimiento que se hace para la tierra, el lago, el apu, al sol.
-¿Sigue acercándose a la tierra, al apu, para pedirle permiso cuando baila?
Cada año tengo que ir, sino no estaría siguiendo en esta tarea.
-¿Usted no es cristiano?
He sido cristiano por mi mamá, pero me doy cuenta que cuando uno va conociendo más su verdad, es otra cosa. Yo respeto el catolicismo, entiendo que lo sucedido es parte de la historia, pero acá estamos presentes nosotros, nuestras almas, nuestras vidas siguen fuertes.
En este aspecto más me voy hacia la profundidad, hacia los apus, hacia los wamanis. Todos los pueblos tienen su apu, en el caso de mi pueblo es apu Chunta es el protector de la zona de San Antonio, ahí fui a hacer la entrega.
-¿Cómo nació la danza?
Hay varias versiones. Hasta cuatro o cinco. Los maestros viejos hablan una y otra cosa, también los investigadores académicos. En ese aspecto hay cosas que poner en claro, sin ánimo de revanchismo con la parte académica, pero el problema de sus análisis de su investigación, desde mi punto de vista, es que no pueden expresar algo que no sienten, simplemente lo miran como una parte de estudio.
El acercamiento más cercano de los investigadores, es el de Luis Millones cuando plantea que surge del movimiento Taqui Onkoy (enfermedad de la danza). Hay algunas cosas rescatables, otras no.
En esa época el movimiento Taqui Onkoy era otra cosa, no era de danzantes, era un movimiento de rebeldía. Las tijeras, el acero, no las conocíamos en la época del inca. Hay que tener bien en claro eso.
Por otro lado, la denominación Danzante de Tijeras es reciente, estamos hablando de 40 años y fue José María Arguedas quien planteó esto. La denominación varía, en Ayacucho son danza’q, galas en Huancavelica; en Apurímac sajras o huanaquillos, en Cotahuasi y La Unión en Arequipa son los villanos.
Sobre las raíces de la danza hay muchas cosas en discusión, porque nuestros viejos o nuestro mayores siempre han dicho que no se conocía el acero, sino el haqtirumi, que son las piedras alargadas de los ríos, con esas se hacía música; tampoco se conocía el arpa ni el violín que acompaña al danzante, sino el tojro, un instrumento que ha desaparecido y el pinkullo.
Hay una versión de que esto nace del zorrillo. En la época de febrero -y esto se da comúnmente-, los zorrinos bailan, agarran la bosta de la vaca, se la ponen como sombrero y comienzan a hacer sonar sus dientes. Ellos bailan agarrándose de las manos (patas). Dan vueltas y vueltas y uno entra y sale y entra otro, como si fuera una competencia. Hay versiones que dicen que por ahí nació la danza de tijeras.
-¿Esa es la única versión de los mayores?
No, otra versión recogida en la zona de Parinacochas es la del niño leñador. Dicen que había un niño que era hijo de una madre soltera que iba a recoger leña a un lugar que es el río Huanca Huanca Apumay. Repentinamente, en la orilla del río aparece un niño misterioso que empieza a bailar unos pasos encima de la piedra.
Los niños se hacen amigos y cada vez que él iba a la leña volvían a danzar. Hasta que un día le dijo sabes qué, a partir de ahora no quiero que comas sal, en tu alimento no debes comer sal, toma agua todo lo que quieras, pero no sal, porque eso puede ser fatal para ti.
Una tarde cuando regresa a la casa de su mamá, ella la había preparado su comida, su saralagua (sopa de maíz) y que ha pasado, este chico le dice mamá no puedo comer y se escapa al lugar donde se encontraba con el otro muchacho y comienzan a bailar otra vez y su mamá va a ver donde está su hijo y lo ve bailando; entonces, el niño misterioso se da cuenta que esta la señora y se avienta al río.
La madre vuelve a casa con su hijo. Este no dejaba de bailar, bailaba, bailaba y de ahí comenzó a proliferar por los pueblos de que había la danza de tijeras.
-¿Hasta que edad puede bailar un danzante, pero bailar bien, como lo exigen en las comunidades?
Generalmente hasta los 60 años, pero hay que saber cuidarse. Si no te cuidas vas a termina de acá a mañana.
-¿Cuántos años tiene usted?
Tengo 43. Todavía hay para rato
-¿Qué siente usted cuándo baila?
Yo le bailo a mi apu, al pueblo. Cuando estoy ejecutando la danza estoy pensando en ñahuinpuquio que es el agua, en mis chacras, en mi gente, para ellos estoy bailando yo. Me siento como si fuera uno de ellos.
-¿Alguna vez ha sentido que se le iban las fuerzas en una larga jornada de baile?
No, por el contrario, mientras más constante es, te sientes más capaz. Si dejas de bailar ahí pierdes espacio.
-¿Se necesita una alimentación especial para ser danzante?
En las competencias generalmente se come saralagua, sopa de maíz molido -no es el mote- con su haba, a veces con su arveja y con su quesito. A parte de eso, dentro de la secuencia de la danza de Ayacucho hay una que se llama el tipay tipay o wallpa huajay, momento en el que van a morir un montón de gallinas. Solamente el caldito tomas; pero mejor que la gallina es la perdiz que cazan para los danzantes. Esa es una vitalidad fuerte.
-¿La danza de tijeras se ha convertido en un negocio?
Negocio no podría decir. La danza no es negocio. No da dinero, si daría dinero pues estaría con un edificio, como usted (la entrevista se realizó en una oficina en Miraflores). El ejecutante del arte popular o de la cultura viva no está bien protegido o tratado. No hay una ley que lo proteja.
-¿Me imagino que muchos danzantes han abandonado la actividad por problemas económicos?
Por supuesto que sí. Pienso que nuestros hermanos danzantes de tijera tienen que sobrevivir en Lima haciendo actividades aparte de la danza. La migración es tan terrible que un montón de danzantes han dejado sus comunidades.
Son muy pocos los que viven allá, en las comunidades, porque acá hay más trabajo por parte de las instituciones regionales con sede en Lima. Son tan numerosas que cada semana vas a encontrar en 20 sitios bailando a danzantes de tijeras; entonces, faltan danzantes para que vayan a bailar a las comunidades.
-¿En las comunidades los niños tendrán el mismo interés en la danza que usted tuvo?
No creo, los pocos que quedan no se si les estarán enseñando. Cada vez que voy me siento más ausente, es un problema, es el caso del maestro Máximo Damián y de otros que hemos tenido que migrar.
Nuestra preocupación es proteger esta manifestación y es una tremenda responsabilidad; porque la danza tiene historia, tiene 500 años de resistencia, de permanencia. Es la danza peruana más representativa en el mundo y tiene muchas raíces, no es una expresión pasajera.
Comentarios
Ayarkachi
Saludos y suerte.