A fines del año pasado, mientras preparaba un reportaje sobre la danzas de tijeras para la revista Rolling’s Stone Cono Norte, entrevisté a Máximo Damián Huamaní, un respetado violinista y profuso conocedor de esta colorida estampa folclórica, cuyos orígenes mágicos y telúricos se remontan al tiempo de los mitos y leyendas.
Damián, nacido el 20 de diciembre de 1940,en el caserío de San Pedro de Ishua (Ayacucho), fue amigo de José María Arguedas, el célebre antropólogo y escritor peruano, que una mañana de 1969 se quitó la vida de un balazo, atormentado por las contradicciones de su mundo interior: el andino y el mestizo. Ambos irreconciliables.
En la primera parte de esta entrevista, el maestro del violín nos habla sobre los supuestos pactos y contratos entre los danzas’k y el diablo. En la trascripción, hemos tratado de respetar la forma de hablar de don Máximo. Una licencia que nos permite enriquecer el valor del personaje.
De Danzantes y Diablos
Reflexiones y recuerdos de Máximo Damián, el violinista de Arguedas
El danzante diablo es. El danzante lleva atrás una cola, por eso no puede comer en la mesa, asegura don Máximo Damián, un maestro de las cuerdas, un hombre de las serranías ayacuchanas que se hizo violinista a pesar de los berrinches y estallidos furiosos de su padre.
Sí, diablo es, repite y su voz, bajita pero certera, no deja resquicios para la duda, en su casa carente de maquillaje en el distrito limeño de San Miguel, cerquita del puerto del Callao y su mar Pacífico, lejos de los Andes y sus montañas sagradas, enhiestas, mil veces añoradas.
-¿Por qué los danzantes no comían en la mesa?
Ellos no están en la gracia de Dios, por eso no se acercan a la mesa. Tampoco pueden acompañar a la procesión ni oír misa.
-¿Y porque no están en la gracia de Dios bailan en la torre de la Iglesia?
Eso es sólo una prueba para que le digan mejor danzante. Ellos tienen contrato con el diablo, y cuando tienen contrato tienen que ser el mejor bailarín, el mejor músico.
-¿Cómo se hace ese contrato?
El danzante lleva un señor que sabe llamar al diablo, con rezo nomás. Y el diablo le hace caso a ese señor, a cualquiera no le hace caso. Él sabía su palabra, qué palabra será, entonces, sale ahí mismo (el diablo) y el hombre le dice: te presento a danzante, quiere hacer un contrato.
Ahí uno se puede equivocar, puede decir voy hacer 30 años el mejor maestro y mejor danzante, pero para ellos 30 años es 3 años nomás… Todo eso ya no hay nada, eso ya se ha perdido. Pero la idea queda.
-¿Para el diablo 30 años son tres años…?
Sí, entonces usted dice 30 años –yo hubiera dicho 100 años siquiera- pero a dicho 30 años; 3 años pasu mejor bailarín, mejor músico, a todos gana. Sube torre, hasta torre hace andar. Hace cosas increíbles.
-¿Cómo se paga ese contrato con el diablo?
Ese señor sabe, se entiende con el diablo. Deja un pago, un cuy, cigarro, papa, un montón de cositas, pues. Ahí lo dejan. Ese es el pago que recibe.
-¿Y usted ha participado en esa ceremonia?
No, nunca. Mi papá tampoco (el padre de Damían también fue músico de danzantes), porque más antiguos es que había eso.
-¿Y ahora se hace alguna ceremonia antes de bailar?
Sí, van, pero por gusto nomás. Van a dónde iban los danzantes antiguos, se ponen a bailar. Yo también he ido a tocar a las 12 de la noche, pero no, ya no es lo mismo ahora.
-¿Los danzantes que hacen pacto con el diablo, no creen en el Dios católico?
No, pero cuando no baila danzante, nada, nada, no tiene compromiso, nada, se va a la iglesia.
-¿Desde qué edad ha visto danza de tijeras?
A los siete años ya estaba viendo a los danzantes.
-De los danzantes de esa época a los de ahora ¿ha habido muchos cambios?
Sí, ha cambiado todo, todo. Ahora, por ejemplo, allá en el pueblo ni va la gente a ver, para que vamos a ver payasos, dicen, esos músicos… hasta los cargontes (los que organizan las fiestas) nomás van y ahí están bailando. Cuando son buenos danzantes vienen de otros pueblos, gente cualquier cantidad, cuatro días, cinco días bailando.
-¿A qué se debe que haya bajado la calidad?
Por la música de la televisión, los bailes de Michael Jackson. Hay montón que de ahí están tocando, ahora.
-¿Qué danzantes recuerda usted?
Paulo Sulca (Lalapaulo), él era de mi pueblo; Cicilio Sulca, también. Paulo creo que ha hablado con diablo.
-¿Hay mucha rivalidad entre los danzantes?
Sí, bastante, cuando hay buenos, buenos, también tiene que contratar otro bueno, aunque sea tres días, cuatro días, también; y traen para competir el otro, quien gana, quien toca bien, pero mientras tanto también hay envidias, brujerías entre ellos. Al danzante brujería, al violinista brujería, al arpista brujería.
-¿A usted le han hecho?
Acá en Lima me hicieron, pero allá (en su pueblo) no. Se ha parado mi mano, no quería tocar. No tenía dolor nada, solamente no podía tocar, y los otros iban ganando. Y yo no podía, con arpa nomás bailaba el danzante. Estuve varios días mal.
En la sierra, cuando están tocando el arpa, rompen con toditita, solita cuando están tocando. Se rompen las cuerdas. Danzante, también, se quedan dormidos; ya no levanta, ni más, hasta un día y medio o dos días. Eso es brujería. Esa es la rivalidad. (Rolly Valdivia) (Continuará)
*Lea la Agonía de Rasu Ñiti, un cuento de José María Arguedas sobre la muerte de un danzante de tijeras.
Comentarios
Saludos
Luz Marina
Estén atentos a la segunda parte de la entrevista.
Luego, publicaremos una visión distinta de la danza de tijeras, ofrecida por Qorisisicha, la "Hormiguita de Oro".
slds
VIVA EL PERU!
DESDE ECUADOR
Tienes razón, don Máximo es un personaje que se presenta tal cual y esa es una de sus grandes virtudes, más allá de su calidad como músico.
Un saludo cordial a la distancia.
Axel