Una puerta cerrada en Tantamayo. Una puerta vieja y gastada -también insegura- que se presenta como una revelación a los ojos del viajero.
Y es que al descubrirla después de varias, muchas, quizás demasiadas horas de andar motorizado por una trocha con sueños de carretera, se tiene la certeza -y, claro, la inmensa alegría- de haber llegado a un pueblo cargado de añoranzas.
Entonces, aquella puerta desportillada que clama por una mano de pintura, se transforma en la entrada simbólica a un Perú distinto, ajeno a los afanes turísticos, ignorado por el creciemiento que anuncian con bombos y platillos -y, tal vez, sin verdad- los banqueros e inversionistas.
Una vez más, Explorando traspasó una de las tantas "puertas" del país, que te llevan a zonas de gran belleza pero de grandes olvidos, como Tantamayo (3,800 m.s.n.m.), en la provincia de Huamalíes, Huánuco, un distrito de geografía encrespada con casitas típicamente andinas y un magnífico legado arqueológico.
A lo largo de esta semana, narraremos algunas de nuestras vivencias al otro lado de la puerta, allí donde no se impone aún el fulgor globalizado y los pobladores conservan las costumbres de los antiguos.
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